Es increible que hayan pasado ya tantos años, pero el recuerdo se mantiene. El 11 de setiembre es una de esas historias que nunca acabarán porque no nos cansaremos de recordar la tragedia que vimos en directo. Así somos las personas, recordamos los momentos traumáticos con mayor facilidad que aquellos ratos en los que fuimos felices.
Lo peor de todo es que la tragedia tuvo consecuencias fatales. No solo murieron esas tres mil personas que desafortunadamente se encontraban en esas torres aquella mañana sino que el ataque sirvió de excusa para que George Bush decidiera atacar un país que no se encontraba directamente involucrado en el tema. Fue el inicio de una época caracterizada por la Patriot Act en la que Estados Unidos retrocedió a las peores épocas del Macartismo del siglo pasado, en donde los estadounidenses llegaron a temer a su propio gobierno. Fue el momento de inicio para que muchos hombres y mujeres fueran, de nuevo, a morir lejos de su país con la excusa de combatir el terrorismo internacional y liberar a una nación de un sanguinario dictador, Saddam Hussein (que fue puesto ahí en primer lugar por Estados Unidos).
Los 'gringos' finalmente se han retirado de Irak, luego de tratar de asegurar que el país recorriera el camino de la democracia, y que sus compañías petroleras se instalaran en esa parte del mundo. Osama Bin Laden no ha sido capturado, y son muchos los soldados que dejaron su vida creyendo firmemente que luchaban por su país, o quizás no.
Lean a Bob Woodward y su "Bush en Guerra" para que tengan luces sobre lo que se puede hacer cuando uno cree tener todo el poder del mundo, y la bendición de Dios. Vean tambien la película de Michael Moore, "Fahrenheit 9/11" para entender el otro lado de la historia. Y vean la escena final de la película "Munich" de Steven Spielberg para entender que la violencia no resuelve las cosas.