domingo, 12 de diciembre de 2010

El mal desarrollo

Recuerdo que muchas veces conversando con alguien siempre le decía que, a diferencia de Estados Unidos, aquí podíamos entrar a comer tranquilamente una hamburguesa a un Bembos sin el temor a que un desquiciado entrara al local con un arma y nos mate. Eso sólo ocurría en las películas o solo lo veíamos en los noticieros gringos. Lamentablemente, ese tipo de 'desarrollo' también ha llegado a nuestro país.

El viernes 3 de diciembre fue un día cinematográfico. Un demente armado con una pistola y dos bombas tomó el Banco Continental de Gamarra y movilizó a una cantidad increíble de policías vestidos a la usanza de la SWAT (Special Weapons And Tactics) estadounidense. La noticia la escuché por primera vez en un taxi y al enterarme de que se trataba de un hombre sólo rápidamente caí en la cuenta de que se trataba de un loco. ¿Cómo una sola persona va a asaltar un banco? Ya en la casa me enteré que el objetivo nunca fue el asalto sino la toma de rehenes y la petición de demandas sin sentido.

El tipo estaba loco. Y ciertamente no es novedad que haya locos en el país -después de todo, gracias a la decidia de las autoridades, podemos ver a muchos de ellos deambulando por las calles- sino que uno de ellos haya tomado un banco, esté armado (con licencia) y amenace con hacer estallar dos bombas. Lo peor de todo, como en película hollywoodense, es que tenía instrucción militar y, por tanto, sabía manejar los dispositivos que había llevado consigo.

Un loco con instrucción militar y armado, ¿no les recuerdan varias películas? Además, la forma en que se vistió Ruiz Wilfredo Ninasqui se parece bastante a los secuestradores de películas como -salvando las distancias- Inside Man, que quizás haya visto.

Hasta ahora nos sentíamos seguros porque los locos y los pandilleros no tenían un acceso tan sencillo como el que tienes sus pares gringos a armas de fuego. Pero parece que eso está cambiando. Pandilleros con pistolas y locos con bombas son ahora también parte de las páginas policiales de los diarios de cincuenta céntimos.

¿Qué se puede inferir? Que se tiene que hacer algo por la salud mental de nuestro país, creo que es un sector poco atendido que en el futuro puede generar más de estos incidentes. Que las instituciones armadas tienen que hacer un control más efectivo de su personal y que la Discamec (que otorga las licencias para portar armas) tiene que ser mas cuidadosa de a quienes otorga los permisos.

Más dinero en el país no es suficiente. Tener mas plata en los bolsillos no nos va a hacer una sociedad más desarrollada sino tan solo mas consumista. Y creo que uno de los indicios de este fenómeno es que la Navidad, la conmemoración del nacimiento de Jesús por parte de los cristianos, está perdiendo su caracter espiritual y se está transformando en una euforia por el shopping.

Este es un mal camino de desarrollo, y creo que debemos enderezarnos antes de convertirnos en una sociedad que tiene una mano llena de dinero y la otra mostrando una pistola. No quisiera que el Perú tenga los vicios de la superpotencia del norte, solo sus bondades. Si es que se puede.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Recuerdos del 11 de setiembre

Es increible que hayan pasado ya tantos años, pero el recuerdo se mantiene. El 11 de setiembre es una de esas historias que nunca acabarán porque no nos cansaremos de recordar la tragedia que vimos en directo. Así somos las personas, recordamos los momentos traumáticos con mayor facilidad que aquellos ratos en los que fuimos felices.

Lo peor de todo es que la tragedia tuvo consecuencias fatales. No solo murieron esas tres mil personas que desafortunadamente se encontraban en esas torres aquella mañana sino que el ataque sirvió de excusa para que George Bush decidiera atacar un país que no se encontraba directamente involucrado en el tema. Fue el inicio de una época caracterizada por la Patriot Act en la que Estados Unidos retrocedió a las peores épocas del Macartismo del siglo pasado, en donde los estadounidenses llegaron a temer a su propio gobierno. Fue el momento de inicio para que muchos hombres y mujeres fueran, de nuevo, a morir lejos de su país con la excusa de combatir el terrorismo internacional y liberar a una nación de un sanguinario dictador, Saddam Hussein (que fue puesto ahí en primer lugar por Estados Unidos).

Los 'gringos' finalmente se han retirado de Irak, luego de tratar de asegurar que el país recorriera el camino de la democracia, y que sus compañías petroleras se instalaran en esa parte del mundo. Osama Bin Laden no ha sido capturado, y son muchos los soldados que dejaron su vida creyendo firmemente que luchaban por su país, o quizás no.

Lean a Bob Woodward y su "Bush en Guerra" para que tengan luces sobre lo que se puede hacer cuando uno cree tener todo el poder del mundo, y la bendición de Dios. Vean tambien la película de Michael Moore, "Fahrenheit 9/11" para entender el otro lado de la historia. Y vean la escena final de la película "Munich" de Steven Spielberg para entender que la violencia no resuelve las cosas.

sábado, 28 de agosto de 2010

Historia de hostales

Fue una noche Año Nuevo cuando se produjo mi primera historia de hostales y me di cuenta del poder de estos establecimientos. Mis padres y yo regresábamos en el auto a casa luego de haber recibido las celebraciones con los abuelos. En el camino notamos que una de las llantas se comenzaba a bajar así que buscamos inmediatamente un grifo con un 'llantero' que nos pudiera solucionar el problema. Afortunadamente, encontramos uno que decidió recibir el año trabajando en la madrugada del 1 de enero.

Nos estacionamos y comenzó su trabajo. Mi madre y yo nos quedamos dentro del auto mientras mi padre salió para observar al llantero hundir la cámara del neumático, recién inflada, en un cilindro con agua para determinar el número de agujeros, y el precio del servicio.

La 'llantería' quedaba frente a un hostal así que al estacionarnos ahí quedamos perfectamente situados para observar el ingreso de los clientes. Conversaba con mi madre -no recuerdo sobre qué- pero en realidad mi mente contaba el número de parejas que entraban y salían del establecimiento. Ya la cifra de parejas que usaron estas instalaciones aquella noche ha escapado de mi memoria, pero sí me queda el recuerdo de que fueron muchas, y que la 'rotación' de clientes en estos lugares era muy alta. Al menos lo fue en esa noche.

Ya en la universidad se produjo mi segunda historia de hostal. Me encontraba con una amiga caminando por el centro de Lima, conversando sobre diversos asuntos, cuando nos dimos cuenta de la gran cantidad de hostales que había por esa zona y nos sorprendimos de lo poco que cobraban por sus servicios. Recuerdo que la mayoría de los hostales que vimos iniciaban sus tarifarios desde los 10 soles y nos pusimos entonces a conversar sobre el asunto. 10 soles era barato, pero yo le decía a mi amiga que yo había visto incluso precios más económicos: 8 soles. «No puede ser», me dijo ella. Pero yo insistía en que sí, que había locales que llegaban a esos precios. Ella simplemente no me creyó, así que cambiamos nuestra conversación hacia otro tema.

Seguimos caminando por el Centro cuando de pronto vi colgado en la puerta de un hostal un pequeño letrero que decía algo así como: "Habitación 8 soles". Ahí estaba frente a mí la prueba de que sí había locales más baratos que los 10 soles que habíamos visto antes. Pero lamentablemente no se me ocurrió mejor idea para señalar la certeza de mi afirmación anterior a mi amiga que decirle, supongo que en voz muy alta: «¡Ves, te dije que había hostal de 8 soles!».

Por un momento olvidé que estábamos en la calle, rodeados de muchas personas que podrían malinterpretar mis palabras. Mi amiga casi estiró los ojos por la sorpresa -y el roche, supongo- y me dijo «¡cállate!», «Pero mira pues, 8 soles, como te dije», «¡CÁLLATE!». Y recién ahí caí en la cuenta que la gente nos miraba y que seguramente nos estaba empezando a catalogar como a un par de misios.

La tercera historia de hostales se produjo en Magdalena. Había convenido con un par de amigas almorzar en una trattoria nueva para ellas, así que a la hora del almuerzo nos dirigimos hacia allá. Detuvimos un taxi y le indiqué al taxista el lugar al que íbamos. En el camino, ellas en los asientos de atrás y yo en el del copiloto, conversamos sobre el trabajo y sobre lo que nos pasaba en esos momentos. Ya cuando estábamos cerca le dije al conductor que volteara en U al final de la verma central y nos dejara ahí. «¡¿Ahí señor?!», «Sí», le respondí buscando el dinero y sin darme cuenta el motivo de su emoción. No había notado que el "ahí" del taxista era el hostal que quedaba al costado de la trattoria en la que pensábamos comer y que su emoción se debía a que seguramente imaginaba que yo era algo así como el afortunado que se sacó la lotería del sexo.

No era para menos. Mis dos amigas, altas y guapas, no lo sacaron de su error, y por el contrario una de ellas remató el momento con mucha picardía: «¿De nuevo en el mismo hostal? Supongo que ahora si haz traído la cámara para tomar fotos». Yo me reí y lo mismo hizo la otra amiga. El taxista, en cambio, creo que quería darme la mano para felicitarme.

Los que saben de trattorias seguro saben a qué lugar me refiero; supongo que los entendidos en hostales también.

sábado, 14 de agosto de 2010

No es tristeza, es reflexión

No nos quisieron dar pena sino alegría. Los niños de la Teletón de este año aparecieron ahora en un spot comercial en el que usando los musculosos brazos del Capitán América ocultaban un par de muletas, o superponiendo un disfraz de escarabajo o submarino tapaban su silla de ruedas. Cambiaron así la expresión que naturalmente nos brotaría en el rostro por una sonrisa o quizás por una expresión de sorpresa. Luego una lluvia de aparente confeti nos revelería que el objetivo del esfuerzo era recordarnos que hoy era la Teletón.

Es un buen comercial, pero ello no nos debe hacer olvidar que detrás de él se encuentra una institución que todo los días tiene que lidiar con la tristeza. A la clínica San Juan de Dios acuden padres de familia que no cuentan con el dinero necesario para llevar a sus hijos a una clínica privada, y que solo se pueden dar el 'lujo' de gastar unos cuantos soles en la cura de sus niños.

¿Cuántos soles? Seis nuevos soles (2.11 dólares) por sesión. El precio de una entrada a un cine popular, de un sandwich en un local de precios medios, de seis pasajes en una combi; en general, una 'nada' en comparación con las cifras que mucha gente suele gastar en frivolidades.

Ya en plena Teletón Laura Borlini entrevistó a la madre de uno de los niños que aparecen en las imágenes del comercial, un chico que nació con daño cerebral, y al que tendría que llevar cuatro veces a la semana a la clínica para estimular su cura. En total tendría que gastar 24 soles a la semana en sesiones o un poco menos de 100 soles al mes para seguir con su tratamiento, y sin embargo, aquella pobre mujer dijo que durante seis meses interrumpió el tratamiento porque no tenía el dinero.

¿Te sientes triste ahora? No es cuestión de sentirse triste sino de reflexionar sobre la calidad de vida que deseamos como sociedad. La solidaridad no debe perderse como una de nuestras virtudes, el despegue económico no solo debe servirnos para estar mejor sino también para ayudar a los otros.

Confieso que no he hecho lo suficiente yo mismo, pero me alegra que estos momentos me hagan reflexionar en cuanto a mi participación en actividades solidarias. No debe ser solo la emoción del momento, sino parte de nuestra forma de vida. Y creo que todos los que lean estas líneas sabrán como ayudar a quien lo necesita desde sus respectivas actividades. No solo es cuestión de dinero, también lo es de nuestro tiempo, nuestras habilidades y de las personas a quienes podemos acudir.

Mañana ya no será la Teletón, pero estoy seguro que hay mucha gente en muchos lugares a los que podemos seguir ayudando todos los días del año, todos los años.

jueves, 5 de agosto de 2010

¿Y en mi distrito?

No sé por quién votar en mi distrito. Todo es confuso, y la confusión la inició Unidad Nacional al permitir que sus candidatos a la candidatura distrital colocasen, todos y cada uno de ellos, su propia publicidad. No sé al final quién es el candidato, tendré que averiguar en el Jurado Nacional de Elecciones porque me parece que no todos han sacado todos sus carteles.

El alcalde actual quiere 'repetir el plato' pero creo que no tiene, desde la perspectiva de mi barrio, nada que mostrarnos. Ciertamente el barrio no ha empeorado pero tampoco ha mejorado en nada, simplemente no se siente que haya habido mejora alguna. Creo que como en otros lugares la inseguridad sigue siendo el problema, y la limpieza no es de las mejores que digamos.

En la zona más comercial de mi distrito el alcalde se preocupó de poner una bonita y nueva capa de asfalto en la avenida más importante, pero nada más. No se le ocurrió -hubiera sido un buen momento- mejorar la avenida remozándola con nuevas veredas o simplemente colocándole más tachos de basura, dado el gran tránsito de peatones que tiene. Tampoco se ha preocupado de ordenar el comercio (no se nota, al menos) ni de controlar las mascotas del distrito que pululan por todos lados.

¿Qué ofrecen los demás? Será cuestión de averiguar.

viernes, 30 de julio de 2010

Por quién votar

No sé por quién votaré. No lo sé ni a nivel provincial y mucho menos distrital. Quizás porque soy muy exigente. Busco un candidato que no solo proponga buenas soluciones a los problemas de la ciudad y de mi distrito sino que no tenga 'mácula' alguna. Quizás es demasiado.

Alex Kouri tiene sobre sí el peso de las acusaciones por el contrato del famoso peaje de la Av. Elmer Faucett, mientras que Lourdes Flores ha tenido relaciones profesionales con una persona acusada de actividades ilegales (Cataño), además de haber admitido entre sus filas a un alcalde distrital que, al parecer, se vale de cualquier medio para vencer a sus rivales.

Y ahora ¿por quién votar?
Con los demás, aquellos que tienen intenciones de voto muy bajas, me pasa lo mismo que a otros: me da miedo el 'voto perdido'. Es decir, votar por alguien por quien tan pocos van a votar que muy probablemente no salgan elegidos. Sin embargo, vale decir que entre ellos también hay propuestas interesantes.

Fiel seguidor del programa de Rosa María Palacios pude ver al Pastor Humberto Lay esbozando algunas soluciones a los problemas de Lima, pero propuestas demasiado generales para mi gusto. También vi a Luis Iberico de Alianza para el Progreso y a Gonzalo Alegría de Acción Popular, ambos con planteamientos más 'técnicos'.

Tránsito y seguridad son los problemas fundamentales de Lima y evidentemente me gustaría votar por el candidato que mejores propuestas presente para resolver estos puntos. Afortunadamente, en el sitio web del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se puede acceder a través del botón "Conoce a tu candidato" a las hojas de vida de los candidatos y a sus planes de gobierno. Sería interesante estudiar las diversas propuestas, pero me da la sensación de que sería un trabajo infructuoso. Primero porque aunque yo votara por la mejor propuesta nada me garantiza que, si sale elegido ese candidato, la vaya a cumplir. Y segundo, la mayor parte de la población de Lima no vota en base a la mejor propuesta sino en base a quien le cae mejor; algo parecido a lo que sucede con el programa de Gisela Valcarcel en el que gana no el que baila mejor sino el que mejor le cae al público.

Lo malo es que caerle bien al público pasa por una serie de variables que no tienen nada que ver con la correcta administración de una ciudad. Caerle mejor a la gente implica saber bailar, tener buen 'floro', cargar niños, caminar por su calle, darle la mano, regalarles almanaques o polos, organizar chocolatadas y demás actividades que más tienen que ver con un concurso de popularidad, no con la administración pública.

¿Tendré que votar por el menos malo? Eso es lo que he hecho en las segundas vueltas de las dos últimas elecciones presidenciales y quizás en la siguiente también. Quizás si se aprueba el voto facultativo ya no vaya a votar, convencido de que perdería mi tiempo yendo a votar por un candidato que 'no le cae bien' a la mayoría de los votantes. Gran dilema, fruto del hartazgo al que me han empujado los candidatos ganadores.

Pero bueno, al menos por curiosidad leeré algunas de las propuestas. A ver que nos dicen los candidatos.

Quizás alguno me convenza con su letra.

lunes, 19 de julio de 2010

El último de la base 3

Y pasó otro cumpleaños. No fue particularmente espectacular pero diría que fue el más 'social' que he tenido hasta el momento. Antes, recuerdo, me encontraba atento al correo electrónico porque era por esa vía que recibía la mayor parte de los saludos. Ahora ya no. El pasado jueves los amigos me saludaron a través del Facebook, mayoritariamente.

Otros escogieron un toque más personal llamando a mi celular, e incluso una de mis amigas me llamó exactamente a la medianoche del miércoles, como adivinando que me encontraba despierto a esas horas. A esa misma hora otra amiga me envió un correo electrónico, confiando en la velocidad de entrega del Gmail; y, por su puesto, Liliana me abrazó también a esa hora.

Fue sensacional, me sentí triplemente feliz porque recibí al mismo tiempo, y por tres vías distintas, el cariño de dos amigas y del amor de mi vida. Comencé así un nuevo año de mi existencia, el último de la base 3.

lunes, 12 de julio de 2010

La esquina


Fue una de esas madrugadas en las que escribía mis artículos que salí a la puerta de mi casa y tomé esta foto. Entonces vivía aún en el departamento de Breña en el que pasé más de 20 años de mi vida. La foto la tomé con mi entrañable Nokia 7610 y ahora me trae recuerdos de una prolongada y, gracias a Dios, muchas veces feliz época de mi vida. Extraño los momentos que viví en esa casa con mis padres, y las madrugadas laborales, escribiendo el “Central” para la revista. Fueron buenos momentos.

jueves, 24 de junio de 2010

No fuimos muy distintos

Hace unos días una amiga publicó en su blog un post que recordaba una vieja canción. Era «El Gallinero» de Ramirez, con un ritmo que me hizo recordar que nosotros hace unos 20 años, más o menos, también bailábamos música que nuestros padres consideraban 'rara'.

La verdad me puse a navegar en el YouTube tratando de recordar las 'rarezas' que escuchaba cuando estudiaba en la universidad y me di cuenta que mi juventud no solo estuvo llena de pop como el de Roxette, Phil Collins, Michael Jackson y otros similares, sino que también estuvo llena de ritmos que no se alejan mucho del regaetton que ahora le escucho a los chibolos.

Si, claro, hay distancias, pero si se ponen a escuchar canciones como La Kabra de los Farm Lopez o Get Up de Technotronic se darán cuenta que tan lejos no estábamos. Por su puesto, eran en inglés o en español de España, y no recuerdo que haya habido referentes locales -en realidad, no sé si hubo- que trataran de imitarlos.

Solo recuerdo que bailábamos y que la letra de las canciones que entendíamos o no nos movían los pies y nos ubicaban en ese estado de éxtasis -sin ayuda química- puro que solo te puede dar una canción que te encanta, que hace posesión de tu cuerpo durante unos instantes enfermizos, que te hace dejar de lado el roche (no importaba si bailabas bien o mal, sino que te movieras) y que te dejaba en paz luego de media hora de movimientos ininterrupidos (¿se acuerdan lo que duraban las mezclas llamadas «Maquina Total 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, etc.?).

Fueron buenos días, y espero algún día tener ocasión para poner estas viejas canciones para ver quien de mis amigos se anima a sacar a su señora a recordar tiempos pasados. Por lo pronto los dejo con una de Technotronic y la famosísima Kabra (versión censurada, para no herir susceptibilidades, y porque fue la única que encontré).

GET UP


LA KABRA

sábado, 19 de junio de 2010

Old habits die hard

El título dice algo así como "los hábitos no mueren", y son las palabras más apropiadas para describir el estilo de vida de Alfie, el personaje principal de la película del mismo nombre que usa a «Old habits die hard» como canción principal de su banda sonora.

Alfie es un sinverguenza que disfruta de la vida a expensas de los sentimientos de varias mujeres; todo un playboy muy estilizado. Jude Law hace un buen trabajo al interpretar a este encantador bribón de miércoles que cae simpático a pesar de ser un desgraciado. Su estilo de vida es, digamos, 'atractivo' (a pesar de ser un 'misio') y se las arregla para disfrutar egoistamente de la vida.

La 'magia' de esta película nos envuelve no solo por las aventuras del personaje principal sino por el muy acertado e invisible uso de todas las herramientas que tiene para jugar con nuestras emociones. Desde la presentación de grandes carteles en los que se explicita el estado de ánimo de Alfie hasta el juego de tonalidades que va decayendo hacia los tonos sombríos a medida que la vida del personaje se va haciendo añicos, todo es un inteligente uso de las técnicas visuales necesarias para situarnos en el sentimiento exacto de  cada escena.

Ayuda también que actúen en la película las bellísimas actrices Jane Krakowski, Marisa Tomei, y, sobre todo, Susan Sarandon, como tres de las mujeres del playboy.

Pero no hay que pensar que Alfie 'se la lleva fácil', que triunfa con su descarada forma de vivir. Dos escenas son fundamentales para comprender que incluso él puede caer: cuando se vuelve a encontrar con su amigo y cuando una de sus mujeres le responde a la última pregunta que le hace.

«Old habits die hard» es el título de la canción que se puede escuchar al final de este remake (el original es de los años 60, con la actuación de Michael Caine) y es interpretada por Mick Jagger. Es una canción que se te queda en la cabeza y que, de paso, gano el Golden Globe Awards de 2005 como mejor canción original para película.

Desafortunamente, retiraron del YouTube la versión en inglés con la voz original de Law de la última escena de la peli. Les dejo ésta en castellano que es la menos mala que hay disponible, y los invito a ver esta buena peli que, como seguro ya se dieron cuenta, me encantó.



También he encontrado este trailer que nos presenta a los principales personajes...

miércoles, 2 de junio de 2010

Hace un año

Quizás suene muy trillado decirlo, pero ¡qué rápido que pasa el tiempo! El pasado jueves fue la fecha oficial del primer aniversario de CIO Perú y realmente me ha sorprendido que ya haya transcurrido un año desde que comenzó esta aventura periodística.

Ha sido todo un cambio. De escribir en una revista mensual pasé a un portal que se refresca diariamente y que lanza un boletín semanal en el que debo incluir algo así como un 'informe central'. Lo que hacía antes en un mes ahora casi lo debo hacer semanalmente, ha sido todo un reto y me ha servido para aprender a manejar mejor mi tiempo. Es más trabajo pero los rigores que impone la nueva periodicidad del medio no me ha afectado como pensaba. Quizás es porque disfruto de la ventaja del teletrabajo y me puedo alejar de los espantosos congestionamientos de las horas pico.

Recuerdo que antes debía soportar casi toda la longitud de la Av. Javier Prado para llegar a la revista en La Molina. Una vez a la ida, y otra a la vuelta. Y ello sin tomar en cuenta que casi todas las comisiones eran hacia San Isidro o Miraflores. Lo peor se produjo cuando Lima se encontraba en plena reconstrucción para el ALC-UE y luego para el APEC. ¿Recuerdan?

viernes, 7 de mayo de 2010

Durmiente corporativo

El trabajo periodístico te puede traer muchas alegrías y penas, y algunas situaciones que se encuentran en medio de ellas. Las situaciones de este tipo no son pocas en nuestra actividad y creo que bien vale la pena recordar algunas. A continuación un caso que me hizo cuestionarme si una pregunta que hice fue muy aburrida.

Una siesta.
Bueno, era una tarde luego del almuerzo. Creo que eran las 3 pm, un momento complicado para dar una entrevista ya que las personas se encuentran amodorradas por la comida. Además creo recordar que ese era un día de primavera u otoño, pues la tarde era tibia y perfecta como para completar un escenario somnífero.

Había acordado, hace un tiempo cuando trabajaba en la revista, una reunión con un gerente de una conocida empresa. Llegué puntual y subí a las oficina de mi entrevistado -cuya identidad obviamente no voy a mencionar- para realizar una entrevista sobre un tema que ya no recuerdo. La secretaria me recibió amablemente y me hizo pasar a la amplia oficina del gerente. Era elegante y contaba con unos sillones de cuero en los que uno se podía arrellanar cómodamente.

lunes, 26 de abril de 2010

Una buena semana

La semana anterior fue de bastante trabajo. Básicamente porque era la semana del evento de CIO, pero también porque se juntaron reuniones y comisiones como en ninguna otra ocasión.

Lo extraño del caso es que no me siento tan cansado como esperaba. Ya va a ser prácticamente un año desde que partí de la revista y creo que ya me he acostumbrado completamente al nuevo ritmo de trabajo. Realmente no me lo esperaba.

La revista era mensual y ello me daba un par de semanas para preparar los artículos. El portal en cambio es diario en sus noticias y semanal en sus artículos por lo que en teoría hago cuatro veces más cosas que las que hacía cuando me encontraba en la revista. Debería estar cuatro veces más cansado pero no es así.

Creo que mucho tiene que ver el hecho de que trabajo desde la casa y así me ahorro el diario trajín de ir por toda la Javier Prado hasta la oficina, de ida y de vuelta. El tráfico ha empeordado en Lima y estoy seguro que de haberme quedado en la revista tendría ya cientos de horas acumuladas como pérdida de tiempo por el tráfico.

Pero también creo que mi 'no cansancio' se debe a que necesitaba un cambio. Más de una década en cualquier trabajo ahora parece una eternidad, aunque para nuestros abuelos eso era lo más normal del mundo. Recuerdo que cuando celebrábamos un aniversario de la Universidad vimos como a un grupo de trabajadores les realizaban un pequeño homenaje por sus 35 años de servicios a la institución. ¿Dentro de 30 años me harán algo así?, pensé.

sábado, 3 de abril de 2010

GNR: pudo haber sido mejor

Hasta que por fin el sueño se había convertido en realidad. Guns and Roses, la banda que me acompañó en mis últimos días de colegio y los primeros de la universidad, tocaría en Lima. No me importaba que solo se tratara de Axl con un grupo de reemplazos -no era la Guns original- sino que escucharía en vivo la voz que me enloqueció con Sweet Child of Mine y Welcome to the Jungle, o al menos eso era lo que pensaba.

Las primeras alertas me llegaron a través del Facebook. Comenzaron a aparecer enlaces a noticias que describían a un Axl tardón y enemistado -por su comportamiento- con el público que deseaba oirlo. Leí que no solo llegaba tarde a los conciertos sino que incluso llegaba al país -en su avión privado- horas después de empezado el evento. Ello no era una buena señal.

Con Carlos decidimos de todas formas comprar las entradas y esperar que Axl se comportara un poco mejor en Lima. Al principio lo creíamos. Axl, a diferencia de otras ocasiones, ya se encontraba en el país mucho antes del concierto y ello nos tranquilizó un poco.

jueves, 1 de abril de 2010

Hora y media

Si el miércoles anterior a Semana Santa tuvieron la imperiosa necesidad de pasar por un banco seguro van a concordar conmigo.

Debido a esas cosas del destino y la economía tuve que pasar por una de las instituciones financieras más grandes de este país, de la cual no soy ‘cliente’. Ello en buena cuenta significaba que me esparaba una larga espera ya que sin duda el dichoso ‘sistema’ de tickets le iba a dar preferencia a los clientes del banco, y de entre éstos a los que tienen más dinero en él.

Eso fue lo que sucedió. El sistema en mención me catalogó como ‘nada’ (letra B) y me hizo esperar una hora y media mientras veía que los clientes VIP y los clientes comunes del banco pasaban frente a mí. El banco, además, tenía dos ventanillas asignadas para atender a los clientes ancianos, mujeres embarazadas o con niños, o personas discapacitadas.

domingo, 14 de marzo de 2010

La tierra bajo sus pies

El título de esta entrada es medio prestado. El original lo uso Alberto Fuguet en un post de su blogLa tierra bajo nuestros pies») y estaba acompañado por una foto que se convirtió en el símbolo del dolor y la devastación de Chile, luego del terremoto.

En esa foto un hombre sostiene, en medio de la destrucción dejaba por el tsunami, una bandera chilena rota y enlodada. Al verla uno no termina de convencerse que esos escombros que llenan la imagen alguna vez fueron parte de una ciudad de un país con el que tantas veces nos hemos comparado.

Chile se convirtió, por obra de la catástrofe, en el tema de conversación y de la noticia durante las últimas dos semanas. Sin embargo, antes se había convertido en nuestro benchmark, en el obligado punto de referencia para todo lo bueno y malo que nuestro país podía hacer en economía, negocios, cultura y hasta educación.

Con Chile desarrollamos así una relación ambivalente que se basaba, a la vez, en la envidia por sus asombrosas cifras económicas pero también en el rencor por las historias de maltrato hacia nuestros compatriotas.

¿Cómo confiar en un país que compra tantas armas, que maltrata a nuestros compatriotas, que se atribuye nuestro patrimonio, que nos ganó una guerra?

sábado, 6 de febrero de 2010

Yo también estuve ahí

Hubiese querido escribir esta entrada antes, pero ya me conocen, soy flojo. Sin embargo, como señala el dicho, «no hay mal que por bien no venga». Estos días de inactividad bloguera me han servido para revisar, con serenidad, lo que otros han escrito sobre el acontecimiento que es el centro de mi nueva crónica: el concierto de Metallica.

Con Carlos, al final del concierto.
No me fue difícil encontrar las crónicas, de hecho, no tuve que hacerlo pues mi amigo Carlos, seguramente extasiado por el estilo de la crónicas que hallaba, me enviaba los enlaces para que yo también pudiera leer lo que otros habían vivido en el concierto.

Hay crónicas muy vivas, que te transportan a la cancha del estadio de San Marcos y te hacen sentir incluso el calor de los fuegos artificiales que reventaron durante esa noche. Las palabras, las interjecciones me dicen que esos blogueros no solo saben escribir bien, sino que de verdad sintieron el concierto en el alma.

viernes, 1 de enero de 2010

Primeras reflexiones de 2010

Se fue 2009, un año de cambios para mí. Y, sin duda, uno de los más significativos fue mi salida de la revista, luego de más de 12 años.

La verdad, aún me cuesta hacerme a la idea, o algo así. Cada mañana aún desayuno con mi taza 'Business' y al cambiarme en mi habitación veo la larga fila de revistas que durante más de una docena de años he guardado en mi librero, como si aún las necesitara para recordar algún viejo artículo mío o el de alguno de los amigos que han pasado por la publicación.

Y ciertamente hice muchos amigos. Vuelvo a darme cuenta de ello cuando abro mi Facebook o la lista de contactos de mi correo electrónico y observo la extensa lista de amigos catalogados como 'businescos', aquellos con los que trabajé en la revista. Ahí se encuentran algunos amigos que siguen trabajando como periodistas de negocios y economía, o que han encontrado su destino en el campo de la cultura o la literatura (sobre todo los ex correctores); también se encuentran amigas que ahora se encuentran en el extranjero dedicadas al esforzado trabajo de ser una buena madre, y otras dedicadas a actividades tan diversas como temas tenía la revista. Son muchos amigos y amigas, realmente.

Todo eso lo dejé atrás, de la misma forma en que otros lo hicieron hace ya bastante tiempo, o recientemente. Antes los veía desde el lado del que se quedaba en el barco, ahora me tocó a mí abandonar la nave.

La sensación fue rara, nada que yo hubiera podido imaginar. A pesar que la decisión fue un acto completamente racional el llevarla a cabo chocó con mucho de mis sentimientos. Quizás fue los años, el cariño, o simplemente la costumbre de hacer algo todos los días; no lo sé exactamente, pero sí me doy cuenta que aún no he digerido por completo la experiencia.

He trabajado en la revista más años de los que estuve en el colegio o en la universidad, he conocido más personas y más lugares de los que pensaba conocer, he viajado a las antípodas del mundo y aprendido mucho de lo hermoso y feo que puede ser la actividad del periodista pero, por sobre todo, he vivido casi toda mi vida profesional ahí. Creo que por eso aún mantengo esa rara sensación de pertenencia.

Sin embargo, mis días han cambiado.

Luego del desayuno enciendo mi computadora, ejecuto el navegador y reviso como quedó mi nueva casa con las noticias que le acabamos de 'subir'. Visito el portal y me doy cuenta que ya no escucharé la voz de David sino la de Franca, que ya no oiré el clásico «¿y compadre, cómo te fue?» de Carlos cuando vuelva de una comisión, que ya no tendré que llamar a Silvia para coordinar unas fotos y que desde mi nuevo sitio ya no escucharé a Giulianna, Mirta, Amelia o Liliana, o que al voltear mi asiento ya no escucharé las preguntas de Hedler o las risas de la señora María. Todo eso ya no sucederá.

Ahora, me reuno con Franca y Roxana, mis nuevas compañeras. Conversamos, coordinamos, y me doy cuenta que ya me acostumbré a ese cómodo sofá desde el que escucho mis instrucciones para la semana. Franca me invita un café y lo bebo mientras escucho sus ideas, y ella hace lo propio cuando escucha las mías. Este ritual, que nadie planeó pero que observamos en cada reunión, se va convirtiendo en parte de nuestras nuevas vidas; porque también es algo nuevo para ellas.

Son ya más de siete meses desde que cambié pero aún sigo tomando mi desayuno en mi vieja taza; quizás deba dejar de hacerlo y pedirle a Franca que saquemos una taza CIO, así podré guardar la anterior.