Alex Kouri tiene sobre sí el peso de las acusaciones por el contrato del famoso peaje de la Av. Elmer Faucett, mientras que Lourdes Flores ha tenido relaciones profesionales con una persona acusada de actividades ilegales (Cataño), además de haber admitido entre sus filas a un alcalde distrital que, al parecer, se vale de cualquier medio para vencer a sus rivales.
Y ahora ¿por quién votar? |
Con los demás, aquellos que tienen intenciones de voto muy bajas, me pasa lo mismo que a otros: me da miedo el 'voto perdido'. Es decir, votar por alguien por quien tan pocos van a votar que muy probablemente no salgan elegidos. Sin embargo, vale decir que entre ellos también hay propuestas interesantes.
Fiel seguidor del programa de Rosa María Palacios pude ver al Pastor Humberto Lay esbozando algunas soluciones a los problemas de Lima, pero propuestas demasiado generales para mi gusto. También vi a Luis Iberico de Alianza para el Progreso y a Gonzalo Alegría de Acción Popular, ambos con planteamientos más 'técnicos'.
Tránsito y seguridad son los problemas fundamentales de Lima y evidentemente me gustaría votar por el candidato que mejores propuestas presente para resolver estos puntos. Afortunadamente, en el sitio web del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se puede acceder a través del botón "Conoce a tu candidato" a las hojas de vida de los candidatos y a sus planes de gobierno. Sería interesante estudiar las diversas propuestas, pero me da la sensación de que sería un trabajo infructuoso. Primero porque aunque yo votara por la mejor propuesta nada me garantiza que, si sale elegido ese candidato, la vaya a cumplir. Y segundo, la mayor parte de la población de Lima no vota en base a la mejor propuesta sino en base a quien le cae mejor; algo parecido a lo que sucede con el programa de Gisela Valcarcel en el que gana no el que baila mejor sino el que mejor le cae al público.
Lo malo es que caerle bien al público pasa por una serie de variables que no tienen nada que ver con la correcta administración de una ciudad. Caerle mejor a la gente implica saber bailar, tener buen 'floro', cargar niños, caminar por su calle, darle la mano, regalarles almanaques o polos, organizar chocolatadas y demás actividades que más tienen que ver con un concurso de popularidad, no con la administración pública.
¿Tendré que votar por el menos malo? Eso es lo que he hecho en las segundas vueltas de las dos últimas elecciones presidenciales y quizás en la siguiente también. Quizás si se aprueba el voto facultativo ya no vaya a votar, convencido de que perdería mi tiempo yendo a votar por un candidato que 'no le cae bien' a la mayoría de los votantes. Gran dilema, fruto del hartazgo al que me han empujado los candidatos ganadores.
Pero bueno, al menos por curiosidad leeré algunas de las propuestas. A ver que nos dicen los candidatos.
Quizás alguno me convenza con su letra.