viernes, 4 de septiembre de 2009

Encuentros pacíficos y despedidas literarias

Es increíble como se pasan los días, o como dejamos que pasen sin hacer aquello que nos habíamos propuesto. En mi caso, sin que haya relatado la continuación del post anterior: Recuerdos de Haruhiko.

Bueno, hoy sí me permití un tiempo, es viernes en la noche pero estoy demasiado cansado como para salir –mi delgada me debe odiar por eso, pero estoy seguro que su amor es más grande– así que me animé a relatar lo sucedido unos días después de la presentación del libro de Pepe.

Giancarlo nos había invitado a la presentación del número 16 de El Hablador, la revista electrónica de literatura donde es el co editor (¿se escribe separado?). En el evento iba a encontrarse Pepe como uno de los miembros de la mesa de presentación, así que el escenario se presentaba oportuno para la revancha. Si mal no recuerdo –y si mi Outlook funciona correctamente– fue la noche del 4 de agosto que se tenía programada la reunión. Mi delgada llegó mucho antes que yo y se arrellanó en una de las cómodas butacas que tiene el centro cultural de la Ricardo Palma en la Av. Arequipa, donde se iba a realizar la presentación. No conocía el centro, a pesar de haber pasado delante de él muchísimas veces, y sinceramente me quedé maravillado cuando llegué y entré en su auditorio.

Poco a poco más personas fueron llegando, asumo que muchas relacionadas al ámbito literario. Ahí encontré a Karen, antigua compañera de la revista, e incluso a Paco Miyagui, viejo amigo de la industria de las publicaciones tecnológicas. Jorge Coaguila –a quien también conocí en la revista– se encontraba igualmente en el auditorio. En realidad, supongo que el auditorio se encontraba pletórico de literatos a los cuales no conocía por mi poco apego al ambiente.

Luego de un rato de espera, vimos como Giancarlo y Pepe subían al escenario y se saludaban efusivamente antes de sentarse en la mesa del “panel” –junto a otros dos miembros– que iba a presentar la edición. Un “maestro de ceremonias” enumeró los lauros de los panelistas antes de que iniciaran su disertación. Comenzaba lo bueno.

No recuerdo el nombre del primer expositor pero creo que pertenecía a la Red Científica Peruana (RCP). Con cifras en la mano, realizó una detallada presentación de los logros estadísticos del sitio web. Tiempo promedio de estancia en el sitio –por cierto, superior al promedio de la industria–, las palabras clave que dirigían el tránsito hacia el sitio, los artículos más leídos, y, por su puesto, la cantidad de visitas y los distintos países de donde éstas procedían.

La verdad la exposición me pareció entretenida. El expositor se dio maña para presentar algo que podría llegar a ser muy somnífero –las estadísticas– de una manera muy interesante, convirtiendo las cifras en un ameno relato del desarrollo de la página web. Además, chamulló de manera acertada, a mi entender, sobre los alcances de la actual tendencia de los contenidos en Internet. Buen expositor.

Unos minutos después era el turno de Pepe. “Ahora sí”, pensé.

Pero nada.

Pepe se dedicó a realizar una exposición tan pulcra como su camisa y sin revanchismos del contenido del sitio web. La verdad no esperaba que hiciera algo distinto. Giancarlo y Pepe son amigos, y entre amigos las revanchas quedan a un lado.

Luego fue el turno de los co ditores. Giancarlo fue el segundo y fue bastante sincero con todo lo que le implicó ser uno de los editores de la publicación. Al igual que Pepe recordó los inicios del sitio web y los días de "cierre" con todo el trabajo que ello implica. Fue como una especie de despedida porque anunciaba también que se iba al extranjero. Desde ahí seguirá aportando a la publicación.

El vino de honor se sirvió en una sala contigua al auditorio. Fue un buen tiempo para conversar y retomar el contacto con algunos viejos conocidos. Pepe deambuló por ahí deslizándose de grupo en grupo, multiplicándose para conversar con todos, y lo mismo hacía Giancarlo.

De él tenía que despedirme. Era la última vez que lo iba a ver antes de que viajara para iniciar su post grado en el extranjero. Mi delgada y yo alcanzamos un momento a conversar con él y despedirnos, deseándole lo mejor.

Eso fue hace ya casi un mes, pero lo extraño es que Giancarlo no parece haberse ido. Sigue posteando como siempre en Facebook y eso como que genera una sensación de cercanía. Creo que eso es lo maravilloso de Internet: los amigos, en realidad, no se van, sólo se alejan un poco.

Actualización [13/set]: la gente de El Hablador ha publicado las fotos del evento en Facebook. Pueden verlas aqui.