lunes, 27 de octubre de 2008

Relaciones Peligrosas

Desde que leí la crítica en la revista de cine «godard!» supe que tenía que ver la película. «Relaciones Peligrosas» es una peli que me llamó la atención cuando la vi en la portada de la revista de cine pero, como dije, se transformó en un «pendiente» ineludible cuando leí el contenido del artículo. Claro, en ocasiones, los críticos le «revientan cohetes» a pelis que terminan no gustándome pero ésta me daba buena espina, quizás por los actores que componen el reparto y que estimaba no trabajarían en cualquier obra ininteligible, o quizás por el hecho de haber sido dirigida por Sidney Lumet, el mismo director de «Tarde de Perros» o «Serpico». Sea como fuese, tenía que verla.

A la primera oportunidad fui al cine. Desafortunadamente, fue un día en el que el Cineplanet ofrecía su propio «Día del Cine», con entrada a cinco soles y posibilidad de ir al día siguiente al mismo precio con la presentación de un cupón. Había colas en la venta de entradas, pero no me percaté de la oferta sino hasta que la propia cajera me lo informó luego de venderme el boleto, para mi sorpresa, al precio reabajado.

Ya dentro del cine hubo que hacer cola de nuevo. No sé por qué, pero a los administradores del Cineplanet de San Miguel se les ha ocurrido poner tan buena peli en la Sala 13, esa que queda en el tercer piso y que tiene la pantalla tan incómodamente alta que uno tiene que arrellanarse en la butaca como astronauta para poder ver bien. Esa peli merece que se le asigne una sala mejor, pero creo que esas estaban reservadas para «Viaje al Centro de la Tierra» o «La Isla de Nim».

Las pelis deben tener un inicio espectacular, lo cual significa –como se lo escuche decir a un director en el special features de un DVD– o que matas a alguien o que pones a un pareja haciendo el amor. En este caso optaron por lo segundo, y valió la pena. Philip Seymour Hoffman –que ganó el Oscar a mejor actor en 2005 por «Capote»– aparece en la cama con la hermosísima Marisa Tomei, de 44 años muy bien llevados, realizando una sesión de amor poco estilizada, muy casera; la combinación de un gordo poco estético y una bella mujer amándose en la cama te captura inmediatamente. Quiero ser actor, pensé en esos momentos.

Completan el reparto Albert Finney –seguro lo recuerdan de Big Fish– y Hethan Hawke que actuó en películas como Lord of War (buena peli con Nicolas Cage) y Before Sunset (continuación de la romántica Before Sunrise).

La historia es simple: dos hermanos en problemas económicos –luego vemos que esos no son sus únicos problemas– deciden realizar un robo para salir de ellos, pero todo sale mal. El robo, más bien, los coloca en una posición peor a la inicial, desentierra viejos resentimientos familiares, y genera odios insuperables. Lo que al inicio parece que va a ser una película policiaca se transforma en una tragedia familiar. 

El logro y la belleza de la cinta no se encuentran en la originalidad de la historia sino en el cómo se cuenta. Aquellos que han visto Mistic River recordarán que la trama de la peli también es simple, pero la manera en que Clint Eastwood la relata es lo que captura al espectador. Esa misma sensación fue la que experimenté en Before the Devil Knows You’re Dead (Antes de que el Diablo sepa que estás muerto) que es el título original de la película. 

No voy a contar más. Quiero que la vean y vayan con una sola cosa en mente: es una buena peli, al menos para mí. 

jueves, 2 de octubre de 2008

Adios al Metro Norte


No pense que iba a durar tanto, ni que su fin se iba a producir por un fallo judicial. Pensé que las personas no iban a entrar a comprar su víveres ahí, pudiendo hacerlo en sus mercados más económicos. Pensé que el Cono Norte –ahora Lima Norte– no se encontraba preparado para recibir a un supermercado, menos aún uno de dimensiones colosales. Pero me equivoqué.

El Metro de Panamericana Norte o Metro de Los Olivos prosperó cuando muchos de nosotros creíamos que quebraría al poco tiempo, víctima de una anemia financiera por falta de compradores. Era el primer establecimiento de la Lima moderna que se animaba a ingresar a un sector considerado de bajos ingresos y hasta marginal. Todas nuestras percepciones se equivocaron.

Hay que admitirlo, menospreciamos el desarrollo de esa Lima que no veíamos simplemente por el hecho de no vivir ahí. Los hermanos Wong nos mostraron que esos limeños –«de primera generación», como diría Chirinos Soto– también se encontraban hábidos de servicios de calidad, de locales grandes y arreglados, de variedad de ofertas en los productos que adquirían y que no sólo se encontraban urgidos de encontrar el precio más barato.

Ciertamente, los buscadores de precio barato son una población considerable de Lima Norte pero no es la única como más tarde nos terminó de convencer el Megaplaza. Frente al Metro poco a poco fueron apareciendo otros negocios, el primero de ellos fue un McDonald’s que también sorprendió por su éxito. Y luego más negocios aparecieron reunidos en torno a un minicentro comercial llamado Royal Plaza que esgrimía un Cineplanet y un patio de comidas como atractivo principal. Unos años despues y unas cuadras más allá nació el Megaplaza, obra sustentada en la investigación de Rolando Arellano que nos dice que hay otra Lima. El resto ya es historia conocida.

¿Alguna vez entraron a ese Metro? Probablemente, no. Era enorme, sólo ir de un extremo al otro hacía que te cansaras. La gran cantidad de público hacía también que la experiencia de compras fuera algo incómoda pero impresionante. Si deseabas algo de tranquilidad tenía una zona de comidas interna grande como todo lo que ahí se encontraba, y en el exterior los kioscos de bocaditos chinos, picarones, helados y demás aumentaban la oferta. Y todo rodeado de luces. De grandes luces que le daban vida a esa zona que antes era oscura.

Pase por ahí hace unos días. La oscuridad ha vuelto. Ya no hay taxis, compradores, espectáculos en el estacionamiento ni esa sensación de feria que el Metro le imprimía a la esquina de Yzaguirre con Panamericana, o simplemente «el Metro», lugar de reunión y referencia inequívoca del transporte público.

Lástima que algo que durante años creció hasta convertirse en un experimento exitoso haya encontrado su muerte en un escritorio.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Estrellas fugaces


«La fama puede ser como el perfume», dicen; «el que la tiene, no la siente». Sin embargo, estoy seguro que muchos buscan sentir esos llamados «15 minutos de fama», incluso en el atiborrado estacionamiento de un supermercado.
Eso fue lo que hayamos, mi delgada y yo, cuando fuimos a uno de los tantos Metro que ahora hay en Lima. Luego de comer los bocadillos chinos –que, en realidad, fue el motivo por el que fuimos al supermercado– nos percatamos que cerca de las exhibiciones de los animales de granja y a un lado del «Gusanito» había un grupo de gente reunida frente a una pantalla gigante escuchando cantar a un aficionado. En la pantalla las letras de la canción cambiaban de color sobre un fondo de imágenes de mares, bosques, familias, y similares. Era el karaoke que otras veces habíamos visto, pero algo nos parecía diferente.
Cuando hubo terminado la música el cantante dio paso a un animador que pidió aplausos para el hombre que había cantado medianamente bien una canción de esas que uno puede escuchar en radio «La Inolvidable». Pero luego presentó a la siguiente «concursante», una chica que prometía cantar una canción de Juan Gabriel. Sí, era un concurso de karaoke en pleno patio de estacionamiento, y la verdad, no nos habíamos fijado, la chica no vestía la ropa cotidiana que uno esperaría en una compradora de supermercado sino un vestido negro con adornos brillantes que la destacaban como cantante. Cantante de karaoke, pero artista al fin y al cabo.
Otra decena de concursantes se encontraban a un lado del escenario que, a diferencia de ocasiones anteriores, habían montado para el karaoke. No era mucho, un tabladillo adornado con telas y un pequeño reflector que le daba un toque especial al lugar. Los demás concursantes también se encontraban ataviados con ropa singular, como corresponde a un artista.
No lo hizo mal la chica. Canto esa que dice soy honesta con él y contigo; a él lo quiero y a ti te he olvidado… es conocidísima la canción pero no recuerdo el nombre.
Estaba a punto de ser mordaz y sarcástico en mis comentarios con Liliana, pero al verlos esforzándose y, sobre todo, pasándola bien me di cuenta que sería injusto menospreciar ese pequeño concurso y al grupo que participaba. Ciertamente, su fama no pasará del reducido número de gente que los veía en esos momentos, o de la foto que sus parientes y amigos les tomaban al cantar; pero se sentían bien, se les notaba.
También se notaba que, como todo artista, se alimentaban del aplauso de ese grupito de personas que los escuchaba cantar. Y creo que esa es una buena forma de pasar un sábado por la noche: comiendo bocaditos chinos y siendo (un poco) famoso en el estacionamiento de un supermercado.

martes, 2 de septiembre de 2008

Errores en la prensa

Si pues, no somos perfectos, y en ocasiones metemos la pata, como podrán ver en el siguiente video:

http://tu.tv/videos/erratas-llamativas

jueves, 14 de agosto de 2008

El caballero de la oscuridad

La muerte de Heath Ledger le dio un toque aún más siniestro a la película Batman, el Caballero de la Oscuridad. Ya no bastaba que fuera la segunda entrega de un Batman más humano, rayado y confundido entre el bien y el mal, sino que el actor que interpretó al Guasón lo hizo magistralmente para luego morir por una sobredosis de calmantes. Algunos reclaman para él un Oscar póstumo, lo cual le imprimió aún más sensacionalismo a la película y generó incluso en los poco interesados en las historias del hombre murciélago unas ganas irrefenables de ir a ver la cinta. Yo fui uno de ellos.

La primera vez que leí sobre The Dark Knight fue en la edición de DedoMedio que tiene en su portada precisamente a un sonriente Ledger, como si nada pasaba. Ahí se despacharon con todo lo que habían leido y visto sobre la cinta y sobre la vida del actor. En el artículo se podía leer que la actuación del Guasón fue icónica, que ver a Ledger preparando el personaje era como presenciar una sesión de espiritismo en la que el Joker se apoderaba del cuerpo del actor y muchas otras cosas más que se escribieron a la manera del reventar de una sarta de ratas blancas, pero con buen estilo. El artículo en suma estuvo magníficamente bien escrito y me generó aún más deseos de ver la película.

Temi decepcionarme. Despues de que le reventaron tantos cuetes al Guasón temí que todo fuera obra del marketing y del publicity que se manejó extraordinariamente desde gringolandia, que fuese una buena película que cayó en manos de un mejor publicista, o que todo no haya sido sino las ganas de inmortalizar a Ledger en su última actuación.

Afortunadamente, no fue así.

Si el relato de Verónica Klingenberger (Dedo Medio) fue extraordinario, la película es eso a la décima potencia. Sin embargo, lo paradójico es que más que una película sobre Batman la cinta de Nolan –el director– es más una cinta sobre el Guasón. Él se lleva la atención del público y es él el personaje mejor desarrollado. Quizás dentro de 10 años no nos acordaremos de la cinta con la misma euforia con la que lo hacemos ahora, y quizás ya no la consideremos un film icónico, pero por el momento es la mejor película que he visto en mucho tiempo.

Luego de ver el filme me lancé a buscar información sobre el Caballero de la Oscuridad. Y, oh sorpresa, lo blogósfera chola también se había ocupado en extenso del asunto. Ya no solo los blogs dedicados al cine hacían un espacio para comentar la peli sino que incluso espacios como el Utero TV y el blog del investigador Martín Tanaka, sitios dedicados generalmente al analisis político, dedicaban muy generosas líneas a la batipelícula. La trascendencia de la obra era manifiesta, como diría un viejo escritor.

Seria demás intentar comentar la cinta, sólo les aconsejo que vayan a la versión en inglés, que presten atención a los diálogos, a los detalles que van conformando la personalidad de estos dos anormales que se enfrentan (Batman y el Guasón). La escena del ferry lleno de prisioneros es dramática en extremo y la carga de introspección de los personajes es recontra evidente pero bien tratada. Batman simplemente se encuentra a un triz de dejarse llevar completamente por el vigilante que lleva dentro–no es ni por asomo un defensor a ultranza de los métodos legales–, y eso lo hace más humano.

¿Quieres ver una buena peli? Ve ésta, pero no lleves a tus hijos, sobrinos u otros menores. No es para ellos. Además, es una peli prolongada; aunque el tiempo se pasa volando cuando el relato es bueno y sientes que no sólo ha sido entretenimiento lo que viste ahí sentado en la oscuridad.

miércoles, 13 de agosto de 2008

La vuelta a la Feria

Pagué, de nuevo, los dos soles de la entrada –para los del exterior, si los hay, 1 sol = 0.69 dólares– e ingresé a la Feria. Como en la ocasión anterior, llamé por celular para conocer la ubicación exacta de mi amiga. Estoy con Piolín, en la cola para la firma de libros de Vargas Llosa. ¿Qué?

Me dio el número del stand y la encontré ahí, junto a unos cinco fanáticos que esperaban ser los primeros en pedirle autógrafo a nuestro casi Premio Nobel de Literatura. Piolín resultó ser un amigo común cuyo nombre guardo en reserva para evitar comentarios. ¿Por qué le dice Piolín? Creo que esa fue una de las cosas que me olvidé preguntarle ese día.

¿Y a qué hora llega Vargas Llosa? A las seis, me respondió entusiasmado el Piolín. Pero son las cuatro. Sí, pero vamos a ser los primeros. Bueno.

Había dos fanáticos más delante de él. En realidad era una señora con su hija. Atrás de Piolín otros cuantos más hacían la fila pacientemente, y cada vez eran más numerosos. Todos habían traído sus cámaras fotográficas para eternizar el momento de la firma y se pedían unos a otros el favor de tomarles la foto.

José tiene una carta de descuento en Editorial Norma. Pucha, ya me delató Sonia, y tendré que convertirme en mayorista de compras. Piolín empezó a hablar de los libros que le gustaría comprar de la editorial colombiana, y luego el recientemente adquirido amigo que lo seguía en la fila, y luego el otro, y el otro, y de pronto sentí que me encontraba en medio de un club de la fanaticada Norma. Bueno, al menos se notaba que los chicos leían duro, conocían a los escritores y se defendían esgrimiendo sus conocimientos literarios. Solo la señora con su hija pusieron cara de esta no es mi mancha.

O sea que se van a tomar la foto con Vargas Llosa, les dije como pasando a otro tema. Y comenzaron a pedirle a Sonia que tomara las fotos. A la vuelta pues.

Nos fuimos por ahí. Primero juntos, luego nos separamos de acuerdo a los intereses. Criticábamos precios y ofertas, hacíamos la finta como que comprábamos algo, preguntábamos, indagábamos y volvíamos a hacer como que íbamos a comprar algo. Que fregados ¿no?

Llegamos a Peisa y recuerdo que Sonia compró un libro de Bryce y yo «El Espía Imperfecto» para aprovechar un descuento que nos hacían. Nos separamos y adquirí otros dos libros más pero sobre economía. Uno de ellos comprado en el stand de la Universidad del Pacífico donde uno de los chicos que atendía –y que seguro jamás llevó un curso de marketing one-on-one– me preguntó algo así como El libro es bueno, pero ¿para que va a querer leerlo? Suficiente.

En la Feria uno se encuentra de todo. En mi caso me encontré con dos ex compañeros de trabajo. Uno, el Paco, con su hijo menor en un brazo y con su hija mayor en el cochecito que empujaba con su otro brazo. ¡Estaba hecho un papá! Me sentí un poco viejo. Conversamos un rato mientras llegaba su esposa y nos despedimos. Te tengo que contar mucho, pero mejor con unas chelas. Ya pues, invitación pendiente.

Al otro lo encontré, ¿dónde? En la cola para Vargas Llosa, pero mucho más lejos que Piolín. Y a un tercero –olvidaba a Ñiquen– en la cola de la caja de Editorial Norma. En ese momento recordé mi carta de descuento y quise aprovecharla pero el colón para pagar me desanimó.

Poco antes de las seis volvimos donde Piolín. El tumulto crecía alrededor porque Vargas Llosa se acercaba. Los fans le pidieron a Sonia que les tome la foto con el escritor; yo di un par de pasos atrás y enseguida el espacio que dejé se llenó de gente. Piolín, la señora con su hija y los otros fans ya no eran visibles. Un mar de gente ya nos separaba. Sonia también se perdió en medio del gentío. Los flashes iluminaban el stand. Como en una novela. ¿No?

Luego de un rato recibí la llamada de Sonia. Piolín se había retirado a hacer otra cola para escuchar a Vargas Llosa y ella se encontraba cansada de tantas horas de estar de pie. La verdad, yo también. Así que nos fuimos a la dizque «cafetería».

Compré una empanada y dos gaseosas. Como todos los años, la comida no era buena, las gaseosas no eran las que pedimos y, además, todo caro.

Conversamos por un rato hasta que llegó Badani –el que tiene seis esposas y diserta sobre sexo– para presentar su nuevo libro en el auditorio que se encontraba a un lado de la cafetería. Ese fue el último evento que presencié, de lejos, en la Feria del Libro de este año.

Por su puesto, hubo mucho más. La presentación del libro de Renato Cisneros fue todo un acontecimiento, y también jaló gente la disertación de Badani. Por otro lado, aunque propiamente no se produjo en la Feria, la entrevista de Spencer a Vargas Llosa también me ha parecido sensacional –creo que voy a votar por él para mejor blog. Les dejo el vínculo que también se encuentra entre mis recomendados de la barra derecha.

Bueno, fue otro año de Feria del Libro. Cada uno tiene sus cosas, pero nada como Batman, mi siguiente entrada. Chao.

PD: olvidé usar mi carta de descuento en el stand de Editorial Norma. Perdona Pilar.

martes, 12 de agosto de 2008

La Feria del Libro

¿Se nota que soy un inconstante? Sí, claro. La última entrada de este humilde blog se escribió hace muchas lunas y esta inconstancia podría hacer creer a los lectores de este sitio que nada interesante ha pasado en mi vida desde entonces. Bueno, eso es cierto en parte. Este buen escritor –contra lo que dice mi jefe inmediato– tiene de vez en cuando algunos interesantes episodios de vida que vale la pena recordar, y chismosear. Uno de ellos, sin duda, fue mi doble asistencia a la Feria del Libro.

Para comenzar, por primera vez en mucho tiempo, me sentí bien de trabajar en La Molina, en la Av. La Molina, para ser exactos. Ya no solo me quedaba cerca la IBM o la San Ignacio de Loyola sino que también me encontraba a un paso –dadas las distancias que ahora me tengo que soplar desde La Molina hasta mi casa en Breña, eso me parece un paso– del Jockey Plaza. Por tanto, el primer día llegué fácilmente a la Feria, en poco tiempo y, sobre todo, con comodidad.

Mi primer día en el evento fue en la inauguración. Acordé con Liliana, mi novia, encontrarnos fuera de la Feria a las 7 de la noche. Pagamos los dos soles de entrada y como todo novio correcto acompañé a mi delgada, a buscar algunos libros para su trabajo; es decir, la acompañé a buscar literatura infantil y material de lectura para niños de primaria.

En realidad, lo que hice fue servirle de cola y sostenerle los materiales. Era poco el tiempo que ella tenía para revisar toda la Feria pues al día siguiente tenía que partir, nuevamente, rumbo a su trabajo, en Yauya, Ancash. Su misión era recopilar toda la información posible de la Feria antes del viaje; yo fungí de su asistente.

Así, me senté junto a Liliana en una sillita mientras una tía vendedora nos explicaba las maravillas de una colección para niños que costaba algo así como 250 dólares –sí, doscientos cincuenta dólares americanos. Afortunadamente, pensé, aún no tengo hijos; y cuando los tenga creo que voy a tener que enseñarles a leer usando este blog, porque esos precios me parecen como que un tanto exagerados.

Caminamos de stand en stand. Ella saltando como una gacela bibliotecológica –absorta en todo el material que deseaba revisar– y yo arrastrando mi humanidad detrás de ella. Estar gordo cansa, en serio.

Me di un tiempo para escapar y revisar algunos de los libros que me interesaban. Encontré por ahí un libraco enorme con imágenes de Da Vinci, a tan solo 1,040 nuevos soles –sí, mil cuarenta nuevos soles peruanos. Y una versión más económica del mismo –o sea, para misios– de tan solo 250 nuevos soles. Lo puede pagar con su tarjeta, caballero. Me dijo el vendedor. Si, claro, para que los bancos me quieran más, pensé. Paso. Quizás cuando mi jefe inmediato me herede sus ingresos –no sus deudas.

También me di cuenta que el celular es muy útil en estas ocasiones, simplemente dices estoy en el stand 120, subo y nos vemos en el 150, o algo así. El caso es que funcionó, nos reencontramos luego de mi breve escapatoria.

El final del día nos encontró en el stand de Norma, ya casi cuando empezaban a forrar con plásticos los demás stands, signo de que ya cerraban. Liliana siguió revisando libros, preguntando, pidiendo cotizaciones, apuntando precios y nombres en un papel. Y los stands seguían forrándose de plásticos negros, como los que se usan para los sacos de papas. Y a mí que no me gustan los cierres –quedar encerrado– estaba que jaloneaba a mi delgada para que nos vayamos. Lili, ya están cerrando, vamos. Ya, un ratito, y seguía viendo los libros. Finalmente, salimos.

Siguiente paso: encontrar la salida. No sé porque a alguien con mucho o poco criterio se le ocurrió que la salida a la hora del cierre debía ser una, la de atrás. Todas las demás se encontraban cerradas, pero no había nadie en esas salidas para decirle a uno, pobre naufrago, que vaya a la parte posterior. Alguien nos paso el dato y finalmente pudimos salir. Ya afuera, cansados, ella por el trajín, yo por el trajín y el sobrepeso, nos fuimos a reposar. Fin del día 1.

El día 2.
El último día de la Feria fue el domingo 3, pero yo no lo sabía. Javier, el corrector de la revista, había dejado olvidado su celular en la oficina el día anterior, así que me pidió que se lo alcanzara el domingo en algún lugar. Por teléfono le dije que en el Metro de Breña podríamos encontrarnos a las 3 p.m. del domingo. El aceptó. Suena gay… me dijo Hedler, que escuchó nuestra conversación, eso de encontrarse en el Metro. No importa.

Encontré a Javier, le di su celular y nos dijimos hasta la próxima. No había más que hacer. Era domingo en la tarde. Liliana ya había viajado a Yauya, así que antes que aburrirme, y que se me termine el sueldo de julio, pensé en llamar al Astuqui para ver si nos reuníamos con Hedler y hacíamos algo los tres. Nada. No contestaba su cel así que llame a una amiga, Sonia, para ver si quería ver Batman –la única película que me interesaba ver en esos momentos.

De alguna forma extraña la conversación celular comenzó con Batman y terminó sobre la Feria. Así fue que me enteré que ese domingo era el último día. No me quedaba otra. Me enrumbé tan rápido como pude al Jockey. Aquella fue una tarde con Piolín, Vargas Llosa y hasta Badani, video incluido. Pero creo que mejor dejo ese relato para la próxima entrada de este blog. Y las alabanzas a Batman (The Dark Knight…) para la subsiguiente.

jueves, 17 de julio de 2008

¿Cómo le va a nuestro presidente?

Recientemente, la PUC, mi alma mater, ha lanzado una encuesta en la que preguntaron a la población cuál es su apreciación sobre nuestro actual mandatario.

Adivinen, el motivo por el cual más desaprueban a Alan es por el alza de los precios, o sea, por la inflación. Si quieren saber más pueden consultar el documento "Aprobación presidencial julio 2008". Los datos son interesantes asi que desen un tiempo para leerlo.

lunes, 30 de junio de 2008

Para los que gustan del cine gratis


PETROPERÚ Y CINE Y TELEVISIÓN DE SAN MARCOS
PRESENTAN LOS CINES FORO

Cintas en rojo y blanco
martes de julio a las 6 p.m.
a cargo de Judith Vélez, Pilar Roca, Fabrizio Aguilar y Aldo Salvini

Dogma 95
miércoles de julio a las 4 p.m.
a cargo de Sebastián Pimentel

INGRESO LIBRE

PROGRAMACIÓN

Cintas en rojo y blanco
* La prueba (Perú, 2006)
de Judith Vélezmartes 1
* El forastero (Perú, 2002)
de Federico Garcíamartes 8
* Paloma de papel (Perú, 2003)
de Fabrizio Aguilarmartes 15
* El caudillo pardo (Perú, 2005)
de Aldo Salvinimartes 22

Dogma 95
* La celebración (Dinamarca, 1998)
de Thomas Vinterbergmiércoles 2
* Los idiotas (Dinamarca, 1998)
de Lars von Triermiércoles 9
* Mifune (Dinamarca, 1999)
de Søren Kragh-Jacobsenmiércoles 16
* Julien Donkey Boy (Estados Unidos, 1999)
de Harmony Korinemiércoles 23

Organiza: Cine Club Petroperú
Auspicia: Cine y Televisión de San Marcos
Lugar: Auditorio de Petroperú
(Canaval y Moreyra 150, San Isidro, Lima)

viernes, 30 de mayo de 2008

¿Qué es la belleza?

No sé si se pueda determinar qué es la belleza, pero estos estudios se acercan un poco más.


jueves, 8 de mayo de 2008

Adios Montecarlo

Recibí una nota de prensa en la que se invita a las personas a la última función que se desarrollará en el Teatro Montecarlo... sí, ese al que Osvaldo Cattone siempre nos invitaba (osea, por televisión, claro) a ver sus obras. Una pena, realmente...




* * *


Nota de Prensa

ESTRENO DE ESPECTACULO MUSICAL "BIENVENIDOS A LOS 60´S"
Basado en el musical Hairspray

Teatro Montecarlo será demolido después de 60 años de historia y se despide un Musical




Este espectáculo cuenta con las actuaciones estelares de primerísimos actores como Yvonne Frayssinet, Nicolás Fantinato, Tatiana Espinoza, el consagrado cantante Fernando Llosa y un nutrido elenco de 35 artistas en escena.

El espectáculo cuenta con una magnífica banda musical y todos los temas musicales serán tocados e interpretados en vivo, a la altura de los mejores espectáculos de Broadway.

El musical será presentado desde el jueves 22 de mayo hasta el domingo 1ro. de junio en las instalaciones del Teatro Montecarlo de Miraflores, en 8 únicas presentaciones.

Las entradas están a la venta en Teleticket de Wong y Metro y en la boletería del teatro.

Con la puesta en escena de este musical, se cierra una maravillosa etapa del Cine y Teatro en el Perú, pues nuestro espectáculo será el último al que se podrá asistir en el Teatro Montecarlo de Miraflores, ya que este local ha sido vendido y será demolido. Son 60 años de historia que esta sala ha albergado, marcando un hito en la historia del teatro y son 60 años brindando entretenimiento a muchas generaciones. Muchas personas asistirán al Teatro Montecarlo por última vez, y será con la espectacular interpretación del elenco de lujo con el que contamos en "Bienvenidos a los 60's".

jueves, 3 de abril de 2008

La delgada línea roja

La Delgada Línea Roja es una de las mejores películas que he visto sobre la Segunda Guerra Mundial. La acción es buena, pero por sobre todo me impactan las reflexiones que, en forma de monologo, desarrolla Jim Caviezel (el mismo de La Pasión de Cristo) intentando comprender la guerra y lo que ella causa en el alma de los hombres que la viven. Junto con Caviezel están Nick Nolte, John Travolta, Woody Harrelson, Sean Penn, Adrian Brody, un elenco de primera.


lunes, 31 de marzo de 2008

I believe

Un extraordinario video que encontré en Youtube...

lunes, 28 de enero de 2008

Tributo a nuestros trabajos

Esto es un resumen de como nos sentimos al final del día. Disfrútenlo.

viernes, 25 de enero de 2008

Roach Restaurant

¿Y ahora donde almuerzo? Es la segunda ocasión en la que encuentro una cucaracha en mi plato de comida, un aji de gallina para ser exacto. Verdaderamente, una lástima pues el Ají estaba muy rico, tenía un sabor especial -ojala que no haya sido por el condimento extra- y sinceramente la entrada de ocopa también estuvo muy deliciosa.

Pero bueno, así son las cosas y, siguiendo a mi tribu businesca, buscaremos nuevos campos para el almuerzo.