lunes, 29 de septiembre de 2008

Estrellas fugaces


«La fama puede ser como el perfume», dicen; «el que la tiene, no la siente». Sin embargo, estoy seguro que muchos buscan sentir esos llamados «15 minutos de fama», incluso en el atiborrado estacionamiento de un supermercado.
Eso fue lo que hayamos, mi delgada y yo, cuando fuimos a uno de los tantos Metro que ahora hay en Lima. Luego de comer los bocadillos chinos –que, en realidad, fue el motivo por el que fuimos al supermercado– nos percatamos que cerca de las exhibiciones de los animales de granja y a un lado del «Gusanito» había un grupo de gente reunida frente a una pantalla gigante escuchando cantar a un aficionado. En la pantalla las letras de la canción cambiaban de color sobre un fondo de imágenes de mares, bosques, familias, y similares. Era el karaoke que otras veces habíamos visto, pero algo nos parecía diferente.
Cuando hubo terminado la música el cantante dio paso a un animador que pidió aplausos para el hombre que había cantado medianamente bien una canción de esas que uno puede escuchar en radio «La Inolvidable». Pero luego presentó a la siguiente «concursante», una chica que prometía cantar una canción de Juan Gabriel. Sí, era un concurso de karaoke en pleno patio de estacionamiento, y la verdad, no nos habíamos fijado, la chica no vestía la ropa cotidiana que uno esperaría en una compradora de supermercado sino un vestido negro con adornos brillantes que la destacaban como cantante. Cantante de karaoke, pero artista al fin y al cabo.
Otra decena de concursantes se encontraban a un lado del escenario que, a diferencia de ocasiones anteriores, habían montado para el karaoke. No era mucho, un tabladillo adornado con telas y un pequeño reflector que le daba un toque especial al lugar. Los demás concursantes también se encontraban ataviados con ropa singular, como corresponde a un artista.
No lo hizo mal la chica. Canto esa que dice soy honesta con él y contigo; a él lo quiero y a ti te he olvidado… es conocidísima la canción pero no recuerdo el nombre.
Estaba a punto de ser mordaz y sarcástico en mis comentarios con Liliana, pero al verlos esforzándose y, sobre todo, pasándola bien me di cuenta que sería injusto menospreciar ese pequeño concurso y al grupo que participaba. Ciertamente, su fama no pasará del reducido número de gente que los veía en esos momentos, o de la foto que sus parientes y amigos les tomaban al cantar; pero se sentían bien, se les notaba.
También se notaba que, como todo artista, se alimentaban del aplauso de ese grupito de personas que los escuchaba cantar. Y creo que esa es una buena forma de pasar un sábado por la noche: comiendo bocaditos chinos y siendo (un poco) famoso en el estacionamiento de un supermercado.

martes, 2 de septiembre de 2008

Errores en la prensa

Si pues, no somos perfectos, y en ocasiones metemos la pata, como podrán ver en el siguiente video:

http://tu.tv/videos/erratas-llamativas