viernes, 27 de noviembre de 2009

Depeche

No puedo creer que hace ya más de dos meses que no escribo nada. Me he transformado por obra de mi inconstancia en uno de esos bloggers que crean pero no mantienen sus blogs, y eso me hace dudar de mis dotes como 'escribidor'.

También me pongo a pensar si es posible que en este lapso tan prolongado no haya pasado nada lo suficientemente importante en mi vida como para postearlo. La respuesta es un contundente 'NO'. La verdad, asistí a uno de los conciertos más esperados de mi breve historia conciertera: el de Depeche Mode. ¡Y no escribí nada sobre él! ¿Cómo me puede ser posible tamaña omisión? ¿Será el cansancio? No lo sé, quizás. Pero bueno, ya que estamos en el tema pasaré a relatarles la crónica de un concierto anunciadamente bueno.

Todo comenzó hace muchos meses cuando me enteré que venía Depeche. Con Carlos, mi amigo y compinche de conciertos, decidimos ir al espectáculo y comprar las entradas con cierta anticipación. Sin embargo, en realidad pasaron algunos meses antes de que hiciéramos algo, vale decir, comprar las entradas. Tan sólo un par de semanas antes de la fecha programada para el concierto nos animamos a poner manos a la obra (al bolsillo) y encontrarnos en el puesto de Tu Entrada en el Plaza Vea de la Arequipa y comprar nuestros pases a la gloria.

No hubo cola, gracias a Dios. Al parecer como realizamos la compra antes del último fin de mes previo al concierto -que es el momento en que todos tendrían la plata para las entradas- no tuvimos que sufrir mayores demoras, salvo una señora que no se decidía a escoger un sitio para un concierto del cual no tenía ni idea. Además, dadas nuestras experiencias anteriores, y a la disposición de más efectivo que de costumbre, decidimos comprar entradas un poco más costosas, que nos aseguraran una visión 'cercana' del escenario.

En anteriores ocasiones habíamos comprado entradas con las cuales sólo escuchamos el concierto y veíamos lo que se proyectaba en las pantallas. Ahora sí ibamos a ver a la banda, o al menos eso creíamos.

Ya en la noche del concierto, dos amigos de Carlos se reunieron con nosotros en el legendario 'Piso 8', es decir, en su departamento para hacer los 'previos'. Ello en buena cuenta significaba ver un video de Depeche en concierto, imaginar que el concierto sería tal y como lo veíamos en el video, hablar sobre lo que haríamos en el concierto, hablar sobre Depeche, e ingerir un poco de licor. Las tonterías de siempre.

Siguiente desafío: encontrar un taxi que nos llevara desde Santa Beatriz hasta el Monumental en Ate. Nos fue difícil encontrar un taxi que parara, y más difícil que aceptara llevarnos. Luego de un buen tiempo de espera abordamos el auto del primer taxista incauto que aceptó la 'carrera' y nos fuimos pagando lo que nos pedía.

El viaje, ahora que lo recuerdo, fue fellinesco (por Fellini, no por los gatos). Creo que como no teníamos nada mejor de qué conversar llegamos al tema de la economía y comenzamos a analizar el devenir de la economía peruana hablando sobre la falta de crecimiento del PBI del país, y comenzamos a desagregarlo en algunos de los rubros más golpeados por la crisis financiera internacional. Dimos nuestra opinión sobre la caída de las exportaciones y las dificultades que atravesaba el sector confecciones, y la aparente bonanza del sector retail. Supongo que el taxita habrá pensado que ya estábamos borrachos, o que le estaba haciendo taxi al equipo del plan económico de Jaime Bayly, o algo por el estilo.

No importa, luego de varios kilómetros de autos, combis, custers, camiones y otros taxis llenos de entusiastas llegamos 'cerca' de la explanada del Estadio Monumental. El taxista nos dijo que no podía avanzar más, y le creímos porque todas las calles se encontraban llenas de personas, autos, ambulantes, policías, vigilantes y recompradores (no eran revendedores, más bien se lanzaron hacia nosotros preguntándonos si queríamos venderles alguna entrada). Tuvimos que bajar y caminar un poco. Los mototaxistas nos ofrecían sus servicios pero preferimos caminar, ya casi era la hora pero no había tampoco tanto apuro.

Luego de comer unos sandwichs en un garage cercano, habilitado como sanguchería, nos metimos al concierto y comenzamos a buscar la mejor posición posible, especialmente yo, que desafortunadamente no tengo la estatura necesaria como para plantarme en cualquier lugar para ver el concierto. En este tipo de espectáculos tengo que buscar una buena ubicación; más aún cuando, haciendo un esfuerzo, pago una entrada que me permita ver a la banda con mis propios ojos.

Pero bueno, creo que por ahora es suficiente. La siguiente semana será propicia para una segunda parte. Al menos eso espero.