martes, 26 de marzo de 2013

La leva

Recuerdo que me encontraba en un autobús rumbo a Huacho por la carretera Panamericana para una reunión. Iba con unos amigos de la universidad cuando repentinamente sentimos que el bus se había detenido, luego de unos instantes unos soldados ingresaron al bus y mirando a los rostros me escogieron a mí y a otro chico. “Bajen”, nos dijeron.

El que daba las órdenes aparentemente era un sargento, o algo así, y sin esperar ninguna respuesta se bajó del bus esperando que lo siguiéramos. Cuando bajé me acerqué a uno de los soldados, el que más ‘cara de buena gente’ tenía y le pregunté qué podía hacer. “¿Tienes un documento o algo de que hayas hecho servicio?”, me preguntó. “Sí”, le dije, y volví a subir al bus para buscar en mi maleta mi libreta militar.

En Lima ‘algo’ me dijo que sería mejor llevarla ‘por si acaso’ y por ello la tenía conmigo cuando nos detuvieron. Bajé con mi libreta de la Marina en la que decía “Reserva Disponible” –había ingresado a la PUCP, así que por ello me exoneraron– y se la mostré al sargento.

“¿Eres de la Marina?”. “Si”, le contesté. Supongo que el sargento meditó que si levaba para el Ejército a alguien que ya era de la Marina podría tener problemas, así que me dejó ir.

Luego volteó hacia el otro chico que se veía asustado y le preguntó si tenía papeles. “No, tengo 17, recién me voy a inscribir”, le dijo. “Te vienes con nosotros”, le dijo el sargento, y se lo llevaron a un camión portatropas que estaba estacionado a un lado de la carretera.

Quería ayudar al otro chico pero no sabía cómo, así que lo único que se me ocurrió fue subir de nuevo al bus y buscar un lapicero y un papel para pedirle al chico un teléfono al cual llamar apenas y llegue a Huacho. Suponía que alguien lo estaría esperando y que al saber que lo había levado el Ejército al menos sabría dónde buscarlo.

Pero cuando bajé el camión ya se había ido.

No creo en el servicio militar obligatorio sino en uno voluntario. Un servicio que atraiga a los chicos por las prestaciones y ventajas que pueda obtener, y no atemorice por los abusos que puedan sufrir los conscriptos.