lunes, 6 de enero de 2014

Las intenciones de Año Nuevo

Los cambios de año traen consigo una serie de actividades que se consideran ‘obligatorias’. Salir, ir de fiesta, trasnochar, en fin, hacer de esa noche del 31 de diciembre algo inolvidable es una obligación que nos hemos impuesto socialmente. Pero junto con estas actividades ‘divertidas’ también nos hemos impuesto el análisis de lo que hemos hecho con nuestras vidas durante el año que pasó y lo que planeamos hacer con ellas en el año que llega.

Pero, no siempre tenemos planes.

De hecho, me considero parte del grupo que no se plantea metas todos los años, quizás sólo lo hago en aquellos en los que considero que es necesario realizar un cambio importante, pero no en todos. Un grupo de años los he pasado simplemente con el ánimo de que sea mejor que el anterior. Recordé esto recientemente cuando, durante una reunión con unos amigos, alguien lanzó la pregunta.


Había acordado que por Fin de Año me reuniría con unos viejos amigos de la universidad a comer una parrillada. El vino, el bistec, los anticuchos y las morcillas estaban a medio comer cuando uno de ellos soltó la cuestión: “¿Y qué planean para el próximo año?”

Todo fue silencio durante un instante. Todos esperábamos a que fuese otro el que comenzara con sus deseos para el 2014. Pero nada. Se escuchaban las conversaciones de las otras mesas cuando el que se encontraba a la izquierda del que preguntó dijo “Cambiar de compañía, creo que me dejan demasiado trabajo”. Y nada más.

Como siguiendo el orden de un reloj el que se encontraba a su izquierda fue el siguiente: “Nada, seguir nomás”. El siguiente era yo y como en realidad no tenía algo que decir repetí casi robóticamente la frase que acababa de escuchar. “Igual, nada, seguir nomás”.

El que lanzó la pregunta nos dijo que planeaba terminar su tesis de doctorado, y quizás también comprar un departamento o un automóvil. Además, hace poco había cambiado de trabajo hacia una posición con mayor paga y más ventajas que el anterior.

“Vaya, bien por ti”, pensé, aunque creo que no se lo dije. Y comenzamos a hablar sobre el nuevo trabajo de mi amigo y las ventajas que le ofrecía frente a su trabajo anterior, que era también bueno, creo yo.

El caso es que, por un momento, me sentí incómodo con mi falta de movimiento laboral, pero luego recordé los logros que me había comentado mi jefa con respecto a nuestro trabajo. Entonces me sentí mejor.

No terminamos la parrillada pues era enorme y la verdad creo que no demostramos ser buenos carnívoros. Conversamos, tomamos vino, bromeamos y, finalmente, nos fuimos a nuestras casas con la promesa de volver a vernos, pronto.

Aún sigo buscando las fotos en las que nuestras incursiones no se daban en un buen restaurante de parrillas sino en un pequeño bar frente a la universidad. Tengo que encontrarlas, se las prometí.

Pero también me ha quedado la duda de si no debería plantearme alguna meta específica que complemente el simple objetivo de “estar mejor que el año pasado”. Quizás también deba escribirla.