domingo, 10 de junio de 2012

Men in Black 3, en 3D

Una de las películas que esperaba ver en estos días era Men in Black 3. Las anteriores no las había visto en el cine así que me encontraba altamente interasado en esta experiencia.

Llegué con mi delgada al cine y solo había entradas para la versión en 3D de la película. No lo dudé un instante, compré las entradas a pesar de que sospechaba, como en otras oportunidades, que la película no aprovecharía bien los efectos 3D.

Y no me equivoqué. Men in Black 3 es una película que tranquilamente se puede ver en 2D y no te pierdes de nada. Realmente, no sé para que sacan una versión en 3D de una película si no van a aprovechar esta cualidad. Pero bueno, ya estaba sentado así que tenía que disfrutar la cinta.

No es obviamente una historia que vaya a ganar algún premio en Europa o Canadá pero sí es una cinta que cumple con el objetivo: hacernos pasar un momento agradable.

Will Smith es traducido por el mismo actor que lo interpretaba en el Príncipe del Rap (al menos así se llamaba en el Perú "The Fresh Prince of Bell Air") así que eso es un punto a favor de la pelicula. También me gustó el personaje que es capaz de vivir simultáneamente varios 'espacios tiempos' (¿se dice asi?) y que ayuda a los héroes de la película.

Andy Wharhol y la explicación de su personalidad, también es un momento interesante de la película. Y no digo más porque quizás aún no la han visto y no quieren más detalles.

Solo les digo que es entretenida, que son unos buenos minutos para relajarse del día a día.

viernes, 8 de junio de 2012

La buena imagen del Perú (en el exterior)

Hace poco tiempo me reuní con un ejecutivo extranjero de una importante empresa tecnológica. Lo usual: entrevistarlo sobre las novedades que ofrecía su compañía y aclarar algunos puntos con respecto a la industria en la que se encontraba. Realmente, la entrevista fue productiva, pero lo que me llamó la atención fue lo bien que habló del Perú al inicio de la charla.

Por un momento consideré que simplemente el entrevistado buscaba quedar bien hablando maravillas del país, pero noté en su tono de voz una gran sinceridad. Es decir, realmente él pensaba que el momento por el que atravesaba nuestro país era inigualable, que las cifras macro eran estupendas y que, particularmente en su industria, el Perú representaba una 'locomotora' de crecimiento.

¿Qué? ¿Acaso no ha visto las noticias?, pensé. Por un momento me vi tentado a relatarle los problemas por los que pasamos ahora en el país pero estimé que no era conveniente ya que él se encontraba sinceramente positivo con respecto a cómo nos iba en el campo económico y hubiera sido injusto el enrostrarle un tema (nuestros conflictos sociales) que seguramente no es de conocimiento internacional.

Y siguió la entrevista. Pero me quedó la duda de cómo es que nos perciben en el extranjero.

Si antes el país era sinónimo de terrorismo y Sendero Luminoso ahora nos pasa lo contrario. Ahora el Perú es Machu Picchu -una de las Siete Maravillas Modernas del Mundo- pero también es comida y espectaculares cifras de estabilidad macroeconómica. Y si antes buscábamos decir que el Perú no es solo Sendero y terrorismo, ahora creo que me dio sinceras ganas de decirle que el país no es solo buenas cifras macroeconómicas.

Y creo que eso no es ser pesimista.

La fortaleza de nuestra economía se puede ver en Lima pero las imágenes de la televisión nos han mostrado que ese discurso no ha calado en otros lugares del país.

Basta recordar que en 2006 Humala (entonces antisistema) perdio las elecciones 'por un pelo', y que ahora tenemos más de dos centenares de conflictos sociales. Todo ello en un país 'próspero'.

Creo que debemos tomar las cifras como lo que son: cifras macro; pero en el campo micro aún vemos mujeres y niños vendiendo golosinas en prácticamente cada semáforo, y en los autobuses los vendedores ambulantes entran unos tras otros para ofrecer sus productos.

Sí, hemos avanzado. Antes un extranjero no hablaba bien del crecimiento de nuestro PBI o de las capacidades del mercado peruano. Es más, eran pocos los que venían en comparación con el número que podemos ver ahora en los hoteles capitalinos.

Sin embargo, creo que podré decir que 'sí la hicimos' el día que no haya vendedores en los semáforos, que la gente no viva entre plásticos y cartones y que el optimismo de Lima sea parte también del discurso de todas las demás regiones. Espero, como dicen las proyecciones, que en el tiempo que me queda de vida vea ese país.

jueves, 5 de abril de 2012

Recuerdos del 5 de abril

Debo confesar algo, si una encuestadora me hubiera preguntado hace 20 años si apoyaba el cierre del Congreso, habría dicho que sí.

Tenía 20 años y quería que las cosas se hicieran rápido. Dos cámaras legislativas (diputados y senadores) me parecían excesivas para la velocidad que se debería imprimir al cambio del país. Lo mejor era hacer las cosas ejecutivamente, sin tantas charlas y discursos rimbombantes.

En la universidad, la PUCP, había sido testigo también del descrédito que implicaba estar relacionado a un partido político. Recién ingresado asistí a unas elecciones estudiantiles en donde una de las peores acusaciones que podía recibir una agrupación era la de estar ligado a un partido político. La izquierda nunca se presentó en mi salón de clases, y el ARE (representante en las universidades del APRA) estaba conformada por tres felinos.

La desaparición de los partidos políticos me parecía entonces una justa consecuencia por el desastre que habían provocado en los años 80 (hiperinflación y crecimiento del terrorismo, principalmente). No merecían nada, ni siquiera que los defendiéramos cuando les cerraron la 'chamba' y los reprimían con varazos, golpes y chorros de agua.

Sin darme cuenta -o quizás sí, pero no me importaba- había dejado de creer en los partidos, en los políticos y en la forma en que se nos había presentado la democracia.

Me equivoqué.

Tarde unos meses en darme cuenta del error. Como alguien -que no recuerdo- dijo alguna vez "la democracia no es perfecta, pero es la forma menos mala de gobernar un país", o algo así.

Lo que vivimos entonces no fue la destrucción de los partidos sino de la democracia. Y lo que me había pasado fue que había caído en el camino fácil de creer que una autocracia nos podría resolver los problemas.

Ciertamente, se resolvieron algunos problemas (economía, terrorismo) pero se exacerbaron otros (corrupción, intolerancia) pero al costo de hacernos creer que la democracía es una forma inferior de vida. Cuando en realidad es todo lo contrario.

La democracia no es sencilla pues implica el respeto a la opinión del otro y la resolución de los problemas teniendo en cuenta estas diferencias. Lo más sencillo es pasar por sobre los otros para finiquitar un tema, para 'resolver' una cuestión, pero la experiencia nos ha mostrado que si hacemos las cosas 'al caballazo' luego tendremos que reparar los daños.

Lo mejor es trabajar en democracia, con respeto a la ley pero sobre todo a los demás, incluyendo su forma de pensar.

Ahora entiendo que esas personas que se enfrentaron a los policias y militares de entonces (lastimosamente, siguiendo órdenes equivocadas) no estaban defendiendo su 'chamba' sino una forma de sociedad mejor. Ciertamente, con muchas fallas que se deben resolver, pero mejor al fin y al cabo.

Lo que me queda claro de ese 5 de abril es que uno puede equivocarse pero es peor mantenerse en el error.

miércoles, 11 de enero de 2012

Una broma muy cara

No me imagino cuanto se habrá gastado para hacer este tipo de bromas. Pero bueno, el que puede, puede.