Simplemente lo comprendo...
sábado, 11 de agosto de 2007
domingo, 15 de julio de 2007
Chavín de Huantar
Liliana, con la luna de Huaraz de fondo. |
Era el último destino que nos faltaba en Huaraz; por lo menos el útimo de entre los más conocidos a los que puedo acceder. Chavin es el centro de la cultura del mismo nombre y ciertamente hace un buen tiempo que me animaba la idea de visitar un lugar que sólo había conocido a través de los libros de texto en el colegio.
Me reuní con Liliana, mi delgada, en Huaraz y planeamos el viaje a Chavín. Acudimos a una de las agencias de turismo que se encuentran en el centro de Huaraz y contratamos el paquete a Chavín. 35 soles cada uno por un viaje al templo, con parada en el pueblo de Catac, para tomar un mate de coca, y en la laguna de Querococha para tomarse las fotos de rigor. A la hora del almuerzo se llega al pueblo de Chavín y ahí, prácticamente al lado, se encuentra el templo y las ruinas. Tomamos el tour pidiéndole a la chica que nos atendía que no ocurriese nada malo, como en una ocasión anterior en que –en otra agencia– no estábamos en la lista de pasajeros. Nos aseguró que nada malo iba a ocurrir y que nos esperaba a las 9:00 pues el bus partía a las 9:30 del día siguiente. Nos fuimos a descansar.
A pesar de todo, algo malo sucedió: no llegaba el guía. Esperamos como hasta las 10:30 para partir, una hora despúes de los programado, así que muchos se encontraban con los nervios de punta, sobre todo el grupo de jubilados que se encontraba en los asientos delanteros. Fue toda una experiencia.
José fue el nombre del muchacho que encontraron de reemplazo. Creo que conoce lo suficiente, pero no tenía manejo del grupo. Había que sacarle la información con cucharita y tenerle paciencia.
¿Algo más? Si, algo más. No nos dimos cuenta, pero el autobus en el que íbamos no tenía la placa trasera, así que ya se podrán imaginar que cada encuentro con un policía era otro retraso más. Paramos en la garita de control, dentro de la ciudad, en la carretera principal e incluso en la carretera secundaria que va hacia el templo. Justo cuando no se los necesita abundan los policias. Pero bueno, seguramente fue por nuestra propia seguridad.
El primer lugar al que llegamos, tal y como se había planeado fue Catac. Pero mejor eso lo dejo para la siguiente oportunidad. Por lo pronto les muestro en unas fotos la hermosa noche que encontramos en Huaraz el día anterior a nuestra partida hacia Chavín. La brillante luna huaracina, el cielo y los nevados nos ofrecieron una vista memorable.
Y si desean ver mas fotos pueden ir a mi respectivo album en Picasa:
Me reuní con Liliana, mi delgada, en Huaraz y planeamos el viaje a Chavín. Acudimos a una de las agencias de turismo que se encuentran en el centro de Huaraz y contratamos el paquete a Chavín. 35 soles cada uno por un viaje al templo, con parada en el pueblo de Catac, para tomar un mate de coca, y en la laguna de Querococha para tomarse las fotos de rigor. A la hora del almuerzo se llega al pueblo de Chavín y ahí, prácticamente al lado, se encuentra el templo y las ruinas. Tomamos el tour pidiéndole a la chica que nos atendía que no ocurriese nada malo, como en una ocasión anterior en que –en otra agencia– no estábamos en la lista de pasajeros. Nos aseguró que nada malo iba a ocurrir y que nos esperaba a las 9:00 pues el bus partía a las 9:30 del día siguiente. Nos fuimos a descansar.
A pesar de todo, algo malo sucedió: no llegaba el guía. Esperamos como hasta las 10:30 para partir, una hora despúes de los programado, así que muchos se encontraban con los nervios de punta, sobre todo el grupo de jubilados que se encontraba en los asientos delanteros. Fue toda una experiencia.
José fue el nombre del muchacho que encontraron de reemplazo. Creo que conoce lo suficiente, pero no tenía manejo del grupo. Había que sacarle la información con cucharita y tenerle paciencia.
¿Algo más? Si, algo más. No nos dimos cuenta, pero el autobus en el que íbamos no tenía la placa trasera, así que ya se podrán imaginar que cada encuentro con un policía era otro retraso más. Paramos en la garita de control, dentro de la ciudad, en la carretera principal e incluso en la carretera secundaria que va hacia el templo. Justo cuando no se los necesita abundan los policias. Pero bueno, seguramente fue por nuestra propia seguridad.
El primer lugar al que llegamos, tal y como se había planeado fue Catac. Pero mejor eso lo dejo para la siguiente oportunidad. Por lo pronto les muestro en unas fotos la hermosa noche que encontramos en Huaraz el día anterior a nuestra partida hacia Chavín. La brillante luna huaracina, el cielo y los nevados nos ofrecieron una vista memorable.
Y si desean ver mas fotos pueden ir a mi respectivo album en Picasa:
Chavin 2007 |
domingo, 17 de junio de 2007
De viaje, de nuevo
Plaza de Armas de Trujillo. |
Trujillo fue ahora la ciudad designada para mi viaje. Entreviste a cuatro personas para un especial que estamos haciendo, ya saben donde, y eso fue todo. Definitivamente para salir en las fotos tienes que ir de a dos a los viajes. Espero que la proxima me manden con mi fotografa -estoy en su lista segura, y ella en la mia, asi que no hay problema- para que tenga a la vuelta algo que mostrar.
Por ahora solo tome fotos de los entrevistados, lo mejor que pude porque soy redactor no fotografo, y de algunos monumentos como para decir que tengo algo con que colorear el articulo. "El redactor es mago" dice alguien que casi nunca trae fotos de sus viajes de trabajo -ya saben quien- y bueno, veremos como me va en el armado de este especial del norte.
Sinceramente, mis entrevistados fueron buenos, en eso he tenido fortuna, pero espero que para la proxima nos vaya mejor, a todos.
martes, 5 de junio de 2007
Día Mundial del Medioambiente
Una nota sobre el Día Mundial del Medio Ambiente...
El 5 de Junio se celebra en todo el planeta el Día Mundial del Medio Ambiente, una conmemoración instaurada en 1972 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo de la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano.
Esta celebración es parte de la estrategia desplegada por las Naciones Unidas para dar a conocer el estado del medio ambiente a nivel mundial, con el fin de promover el desarrollo de acciones de concientización y divulgación ambiental. La ciudad anfitriona que ha sido elegida este año como sede para albergar las celebraciones internacionales del Día Mundial del Medio Ambiente ha sido Tromso, en Noruega, y el Organismo que canalizará las celebraciones de este año será el Instituto Polar de Noruega.
Más información:
Día Mundial del Medio Ambiente: Http://www.pnuma.org/dmma2007/website/dia_mundial_del_medio_ambiente_2007.htm
Instituto Polar de Noruega:
http://www.wed.npolar.no/world-environment-day-2007/view?set_language=en
El 5 de Junio se celebra en todo el planeta el Día Mundial del Medio Ambiente, una conmemoración instaurada en 1972 por la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo de la apertura de la Conferencia de Estocolmo sobre Medio Ambiente Humano.
Esta celebración es parte de la estrategia desplegada por las Naciones Unidas para dar a conocer el estado del medio ambiente a nivel mundial, con el fin de promover el desarrollo de acciones de concientización y divulgación ambiental. La ciudad anfitriona que ha sido elegida este año como sede para albergar las celebraciones internacionales del Día Mundial del Medio Ambiente ha sido Tromso, en Noruega, y el Organismo que canalizará las celebraciones de este año será el Instituto Polar de Noruega.
El tema seleccionado para el DMMA este año “El Deshielo, ¿un tema candente?", está vinculado con la problemática del Cambio Climático, ya que durante 2007 se celebra el Año Polar Internacional.
Más información:
Día Mundial del Medio Ambiente: Http://www.pnuma.org/dmma2007/website/dia_mundial_del_medio_ambiente_2007.htm
Instituto Polar de Noruega:
http://www.wed.npolar.no/world-environment-day-2007/view?set_language=en
domingo, 6 de mayo de 2007
Atlanta unos días después
Hace ya dos semanas del viaje a Atlanta. Y con los días uno puede pensar que la memoria le va siendo traicionera e inexacta a uno. Muy probablemente ello sea cierto, pero creo que lo que queda en nuestras mentes como memoria siempre se encontrará –como decía el personaje principal de la película Big Fish– más “condimentado” que los hechos puros. Nuestros recuerdos no son sólo la lista de nuestras acciones unas tras otras, sino una historia sazonada con sal y pimienta, y muy cercana a la realidad, lo suficiente para ser creíble.
Como siempre, unas horas antes, mi cuerpo me recordaba que mi mente le teme a los aviones. El nerviosismo que sentía era evidente. Cené con pocos ánimos, a pesar que la comida fue deliciosa. Me preparé y a pocos minutos después de las nueve llegó el taxi a recogerme. ¡Y que tal taxi! Es la primera vez que un Mercedes negro se detiene frente a mi puerta a esperarme, y espero que no sea la última. El conductor me ayudó con la maleta y nos dirigimos hacia el aeropuerto, con un poco de dificultad ya que me percaté que Breña era territorio desconocido para el chofer.
De una forma u otra llegamos a la Av. Faucett y nos dirigimos rápidamente por la vía rápida del centro. En verdad no entiendo la razón de un peaje para tan corto recorrido, pero así es mi patria.
Ya en el aeropuerto me dirigí al counter de Delta y afortunadamente recordé llevar mi tarjeta de viajero frecuente para llenarla con las correspondientes millas hasta Atlanta. La fila era larga, pero ya estoy acostumbrado a esos menesteres. Bajo mi tensión, me sentí un poco más cómodo e hice mi trámite en counter. Mi celular sonó pero no lo atendí. El número era desconocido pero supuse que tendría algo que ver con el viaje pues nadie me llama los sábados por la noche, y no es que mi vida sea muy aburrida, sino que sencillamente no es lo usual.
Y, como pensé, la llamada tenía que ver con el viaje. Cuando devolví la llamada me di cuenta que era el representante de la agencia de viajes tratando de localizarme para darme el sticker del pago de impuestos. Nos reunimos en la puerta y me preguntó por Walter y Verónica –los otros dos periodistas con los que iría al viaje– pero yo no sabia nada de ellos, ni los conocía ni tenía forma de localizarlos. Dejé al representante en la puerta y me fui a la sala de embarque, ahí podría sentarme y descansar, y hacer la llamada de costumbre antes de subir al avión.
Cuando subí el espectáculo fue el de siempre. Familias llorando por un familiar que seguramente no volverían a ver en mucho tiempo, amigos tomándose fotos, otros cenando en los restaurantes y los avisos por los parlantes que no paraban de recordarnos que los aviones partían y llegaban unos detrás de otros.
No esperé mucho. Decidí entrar lo más rápido posible para pasar los controles y poder sentarme tranquilo. Migraciones fue lo peor. La fila era enorme y pensé que perdería mucho tiempo ahí. Y efectivamente así sucedió. Pasar los rayos X y el detector de metales me llevó menos tiempo. Al final, pude llegar a un asiento y esperar a que llamaran a embarque. Nuevamente, me empecé a sentir nervioso.
Como siempre, unas horas antes, mi cuerpo me recordaba que mi mente le teme a los aviones. El nerviosismo que sentía era evidente. Cené con pocos ánimos, a pesar que la comida fue deliciosa. Me preparé y a pocos minutos después de las nueve llegó el taxi a recogerme. ¡Y que tal taxi! Es la primera vez que un Mercedes negro se detiene frente a mi puerta a esperarme, y espero que no sea la última. El conductor me ayudó con la maleta y nos dirigimos hacia el aeropuerto, con un poco de dificultad ya que me percaté que Breña era territorio desconocido para el chofer.
De una forma u otra llegamos a la Av. Faucett y nos dirigimos rápidamente por la vía rápida del centro. En verdad no entiendo la razón de un peaje para tan corto recorrido, pero así es mi patria.
Ya en el aeropuerto me dirigí al counter de Delta y afortunadamente recordé llevar mi tarjeta de viajero frecuente para llenarla con las correspondientes millas hasta Atlanta. La fila era larga, pero ya estoy acostumbrado a esos menesteres. Bajo mi tensión, me sentí un poco más cómodo e hice mi trámite en counter. Mi celular sonó pero no lo atendí. El número era desconocido pero supuse que tendría algo que ver con el viaje pues nadie me llama los sábados por la noche, y no es que mi vida sea muy aburrida, sino que sencillamente no es lo usual.
Y, como pensé, la llamada tenía que ver con el viaje. Cuando devolví la llamada me di cuenta que era el representante de la agencia de viajes tratando de localizarme para darme el sticker del pago de impuestos. Nos reunimos en la puerta y me preguntó por Walter y Verónica –los otros dos periodistas con los que iría al viaje– pero yo no sabia nada de ellos, ni los conocía ni tenía forma de localizarlos. Dejé al representante en la puerta y me fui a la sala de embarque, ahí podría sentarme y descansar, y hacer la llamada de costumbre antes de subir al avión.
Cuando subí el espectáculo fue el de siempre. Familias llorando por un familiar que seguramente no volverían a ver en mucho tiempo, amigos tomándose fotos, otros cenando en los restaurantes y los avisos por los parlantes que no paraban de recordarnos que los aviones partían y llegaban unos detrás de otros.
No esperé mucho. Decidí entrar lo más rápido posible para pasar los controles y poder sentarme tranquilo. Migraciones fue lo peor. La fila era enorme y pensé que perdería mucho tiempo ahí. Y efectivamente así sucedió. Pasar los rayos X y el detector de metales me llevó menos tiempo. Al final, pude llegar a un asiento y esperar a que llamaran a embarque. Nuevamente, me empecé a sentir nervioso.
domingo, 25 de marzo de 2007
Yauya una vez más
Hace una semana que se fue Liliana. No es la primera vez y quizás no sea la última, pero ahora he sentido la partida de manera especial. No sé porque. El domingo en la noche me sentí ausente, como privado de mis sentidos. Me fui a un calendario a detectar los feriados con bastante anticipación, planeando cómo encontrarnos, dónde hacerlo, qué hacer entonces. Me pasé el domingo planeando mi vida en Semana Santa, el Día del Trabajo, Fiestas Patrias, y todos los feriados que les seguían. Realmente me sentí ansioso. Deseaba verla, escucharla y empecé a decirme a mí mismo “hace exactamente 12 horas estábamos en su casa, corrigiendo su tesis…”, como si recordar fuese realmente volver a vivir. Esa noche fue difícil, no pude dormir bien.
Mi delgada. |
Al día siguiente me sentí mejor. Y durante la semana la vorágine del trabajo, de tener que terminar los informes, de conseguir los entrevistados, de escribir un central, desgrabar las entrevistas y todo lo que le rodea me hicieron sentirme alejado de la angustia. Pensé que el trabajo me sanaría, como cuando a uno le dicen que se martillee un dedo para dejar de pensar en el dolor de cabeza, pero no bastó. Lo realmente relajante vino de Internet. Un correo de Liliana me contaba las peripecias por las que tuvo que pasar mi delgada para llegar al pueblo de Yauya, distrito del mismo nombre, provincia de Carlos Fermín Fitzcarrald, departamento de Ancash (al lado de Huánuco).
Una semana después vuelvo a sentir lo mismo. Pero ya sé que ella llegó bien, que de vez en cuando puede enviarme un SMS (la señal en ocasiones se capta en un lugar del pueblo) y que de verdad la extraño, como nunca.
Espero que llegue Semana Santa. Iré a Huaraz a alcanzarla. La esperaré en transportes “El Solitario”, nos veremos, planearemos qué hacer y pasearemos. Y seguramente recién en el momento en que la vea bajar con su maleta y la abrace me abandonará esta sensación tan extraña de soledad.
lunes, 5 de marzo de 2007
Idi Amin
Fui al cine con expectativas. La película "El Último Rey de Escocia" estaba precedida de buenas crìticas y de un Oscar, así que tenía que verla como sea. Como siempre elegí mi lugar favorito: el Cineplanet de Plaza San Miguel. A llegar, me di con la sorpresa que había cola para entrar a la sala. Al principio crei que era la cola para ver "Ghost Rider" con Nicholas Cage pero me equivoqué, desafortundamente era la cola para mi película. Al menos me consuela saber que no todo el público es capturado por la puesta en cinta de caricaturas que jamas hemos visto por aquí, al menos no masivamente.
La película es buena. La recomiendo, y trata muy inteligentemente la forma en que el personaje principal se va involucrando ingenuamente en el mundo del dictador africano. Casi como que se podría decir que es una apología de las personas que dicen darse cuenta muy tarde de lo corrupto o criminal que puede ser un regimen, porque es asi como se muestra el mundo del personaje principal, un joven médico escocés que le cae bien a Amin y lo convierte en su medico de cabecera.
Al principio el sólo ve a un hombre que ha tomado el poder, y las ventajas y lujos de los que se puede disfrutar por estar a su lado. Es el "mono blanco" de Amin, el payaso que lo acompaña sin siquiera darse cuenta de su triste condición de bufón. Se da cuenta tarde, cuando ya le es dificil salir de ese mundo en el que se metió como jugando. "Quizás tu muerte sea lo único real que te vaya a suceder", le dice Amin al joven doctor enrostrándole su falta de sentido de la realidad con la que vivia.
Sinceramente, me gustó. Claro, no llegara a ser película de culto o algo por el estilo, pero al menos no es una producción creada con el simple propósito de ganar dinero. Relata una historia, en realidad, la historia de varios hombres, y eso es algo que valoro.
La película es buena. La recomiendo, y trata muy inteligentemente la forma en que el personaje principal se va involucrando ingenuamente en el mundo del dictador africano. Casi como que se podría decir que es una apología de las personas que dicen darse cuenta muy tarde de lo corrupto o criminal que puede ser un regimen, porque es asi como se muestra el mundo del personaje principal, un joven médico escocés que le cae bien a Amin y lo convierte en su medico de cabecera.
Al principio el sólo ve a un hombre que ha tomado el poder, y las ventajas y lujos de los que se puede disfrutar por estar a su lado. Es el "mono blanco" de Amin, el payaso que lo acompaña sin siquiera darse cuenta de su triste condición de bufón. Se da cuenta tarde, cuando ya le es dificil salir de ese mundo en el que se metió como jugando. "Quizás tu muerte sea lo único real que te vaya a suceder", le dice Amin al joven doctor enrostrándole su falta de sentido de la realidad con la que vivia.
Sinceramente, me gustó. Claro, no llegara a ser película de culto o algo por el estilo, pero al menos no es una producción creada con el simple propósito de ganar dinero. Relata una historia, en realidad, la historia de varios hombres, y eso es algo que valoro.
viernes, 26 de enero de 2007
El valor de la conversación
Con el correr de los años uno va aprendiendo a conocer a la pareja. Y algo que he descubierto en Lili es que disfruta de una buena conversación. Sí, de esa actividad que vamos dejando al lado por escuchar música con los audífonos –dizque para no molestar a los demás– o simplemente por ver el programa favorito de televisión.
Yo dejé que la televisión ganará. Me di cuenta que era mucho el tiempo que me sentaba frente a la caja boba y que desperdiciaba frente a sus imáganes; así que decidí que algo debía hacer. Ahora cuando estoy con Lili trato de que los momentos que paso con ella sea lo que los gringos llaman quality time, es decir, tiempo de calidad. Un momento bien llevado, bien aprovechado, bien usado, pues el tiempo que perdemos nunca lo recuperaremos.
Estoy seguro que ahora que he caido en la cuenta del valor que posee la simple acción de comunicarse con la pareja –conversando sobre lo que somos y lo que hacemos en esta vida– nuestra relación va a mejorar aún más. Ese es mi primer paso.
El segundo, con seguridad, será escoger mejor mis temas de conversación. Por lo pronto, he podido apreciar signos –su gesto en la foto es una señal– que hablar sobre lo que me pasa en la oficina no es una de sus temas favoritos.
Liliana, escuchándome atentamente. |
Estoy seguro que ahora que he caido en la cuenta del valor que posee la simple acción de comunicarse con la pareja –conversando sobre lo que somos y lo que hacemos en esta vida– nuestra relación va a mejorar aún más. Ese es mi primer paso.
El segundo, con seguridad, será escoger mejor mis temas de conversación. Por lo pronto, he podido apreciar signos –su gesto en la foto es una señal– que hablar sobre lo que me pasa en la oficina no es una de sus temas favoritos.
lunes, 8 de enero de 2007
Dos Películas
Lo bueno de las vacaciones es que te permiten realizar muchas actividades. Y como saben, una de mis preferidas es ir al cine y ver una buena película. En ocasiones los críticos aciertan con mi apreciación, en otras no; así que generalmente no me dejo llevar por las críticas a menos que todas coincidan en que la película es muy mala, pero son realmente pocas las ocasiones en las que han sido así de sinceros los críticos.
Entonces, me dejo llevar por mis instintos, y el de Liliana. Los primeros me dijeron que fuera a ver “Los Infiltrados”, los segundos me animaron a ver “Las Torres Gemelas”.
La primera película venía con una buena crítica, además de tratarse de un director harto conocido como Martín Scorcese. De su trabajo anterior en “Pandillas de Nueva York” podía esperar a ver una historia que aunque simple es bien contada, y no me defraudó. Como dicen los críticos Scorcese se mueve como pez en el agua cuando se trata de contar una historia de violencia o de crimen, sólo que ahora no se trata de Nueva York sino de la añeja Boston. Y ya no se trata de la clásica historia de la mafia italiana sino de su contraparte irlandesa.
Leonardo Di Caprio –a quien nunca le tuve fe como actor hasta que lo vi en “Pandillas”– es uno de los protagonistas principales junto con Matt Damon –el pataza de Ben Affleck– en esta historia. Lo hacen bien. Pero además en la cinta podemos ver a dos viejos actores de quienes siempre se espera un buen nivel: Martin Sheen (obvio, el papá de Charlie Sheen), y Alec Baldwin. Y por su puesto, la cereza que corona la torta: Jack Nicholson. Buen reparto ¿no?
Di Caprio el bueno que se hace pasar por malo (el único bueno en su podrida familia) y Damon el malo que se hace pasar por bueno (en las antípodas: el único podrido en su familia) son los infiltrados que proporcionan información a sus respectivos jefes desde la clandestinidad de sus verdaderas identidades. Este doble engaño le imprime más nudos a la trama al ser ellos también los encargados de descubrirse el uno al otro y al enamorarse de la misma chica.
Una trama bastante compleja que Scorcese desata al final de casi dos horas y media –que se me pasaron como si nada– de manera violenta y rápida, y hasta efectista diría, pero dramática sin duda, para la mayoría de los espectadores.
La vi dos veces –una costumbre de la que no me arrepiento– y la volvería a ver sin duda. No soy fanático, pero en cada ocasión uno descubre alguna cosa más que se pasa por alto, y eso me gusta.
La otra peli tenía como uno de sus atractivos el ser interpretada por Nicholas Cage, un actor que escoge bien sus películas por lo que casi se podría decir que con él no había pierde. Además, el director era Oliver Stone, el mismo de otra de mis favoritas: Pelotón; además de JFK, extraordinario CV para un director, sin duda. La peli prometía muchísimo entonces, más si se toma en cuenta que se basa en historias reales del acontecimientos más resaltante de 2001.
Pero no fue lo que esperaba. No es un relato –objetivo, como cabía confiar de Stone– de los acontecimientos de ese día sino más bien del sufrimiento por el que dos policías de la autoridad portuaria de la ciudad tuvieron que pasar al quedar enterrados vivos luego que las torres se desplomaron. Es una película sobre cómo sobrevivieron y cómo esperaron sus familias por su salvación; un relato sobre la supervivencia, la esperanza y los valores y pensamientos que surgen cuando uno cree que esta a punto de morir.
A Cage lo acompaña un actor latino cuyo nombre no recuerdo pero que cada vez lo veo en mejores papeles. Es el mismo que interpretó a uno de los pandilleros latinos que aparecieron unos minutos en pantalla para darle una paliza a Bruce Nolan (Jim Carrey) en “Bruce Todopoderoso” (Bruce Almighty), el que también hizo de uno de los tres asesinos encargados de matar el joven policía compañero de Denzel Washington en “Día de Entrenamiento”, y el que apareció como el cerrajero padre de la niña que todos pensábamos que iba a morir abaleada por un tendero turco en “Crash”, peli ganadora del Oscar a mejor película hace dos años –creo, si mal no recuerdo– y que es una de las mejores que he visto.
En lo personal la peli no logra mantener la atención del público. Incluso por ahí alguien lanzó un exagerado bostezo, algo que no creo que merecía. Quizás la falla se encuentre al inicio de la peli cuando las letritas que deberían servirnos sólo para situarnos en contexto –como si alguien no supiera el contexto del atentado– se uso también para decirnos que esos hombres que tanto van a sufrir en la siguiente hora se salvan. Claro, uno siempre espera que se salven todos los buenos, pero al decírnoslo por adelantado como que le quitó la gracia al suspenso que se pudo haber generado ante la pregunta “¿se salvarán todos los que estoy viendo?” Eso creo que mató algo del suspenso que se pudo haber logrado.
Por lo demás, es una película interesante, entretenida y cumplidora. Pero, para mí, nada más. Lástima, creo que el director y el contexto podían haber sido mejor explotados. Cage cumple, su rostro siempre llama a la piedad. Encasillado en el rostro del chico bueno sabemos que se salva. Ojala alguien algún día se anime a colocarlo como malo malo (a la mexicana) y él se anime a hacer ese papel. La tibia maldad de “Lord of War” y la pasajera maldad de “Contracara” no bastan. Cage es el bueno siempre y tenía que salvarse. No quedaba otra.
Entonces, me dejo llevar por mis instintos, y el de Liliana. Los primeros me dijeron que fuera a ver “Los Infiltrados”, los segundos me animaron a ver “Las Torres Gemelas”.
La primera película venía con una buena crítica, además de tratarse de un director harto conocido como Martín Scorcese. De su trabajo anterior en “Pandillas de Nueva York” podía esperar a ver una historia que aunque simple es bien contada, y no me defraudó. Como dicen los críticos Scorcese se mueve como pez en el agua cuando se trata de contar una historia de violencia o de crimen, sólo que ahora no se trata de Nueva York sino de la añeja Boston. Y ya no se trata de la clásica historia de la mafia italiana sino de su contraparte irlandesa.
Leonardo Di Caprio –a quien nunca le tuve fe como actor hasta que lo vi en “Pandillas”– es uno de los protagonistas principales junto con Matt Damon –el pataza de Ben Affleck– en esta historia. Lo hacen bien. Pero además en la cinta podemos ver a dos viejos actores de quienes siempre se espera un buen nivel: Martin Sheen (obvio, el papá de Charlie Sheen), y Alec Baldwin. Y por su puesto, la cereza que corona la torta: Jack Nicholson. Buen reparto ¿no?
Di Caprio el bueno que se hace pasar por malo (el único bueno en su podrida familia) y Damon el malo que se hace pasar por bueno (en las antípodas: el único podrido en su familia) son los infiltrados que proporcionan información a sus respectivos jefes desde la clandestinidad de sus verdaderas identidades. Este doble engaño le imprime más nudos a la trama al ser ellos también los encargados de descubrirse el uno al otro y al enamorarse de la misma chica.
Una trama bastante compleja que Scorcese desata al final de casi dos horas y media –que se me pasaron como si nada– de manera violenta y rápida, y hasta efectista diría, pero dramática sin duda, para la mayoría de los espectadores.
La vi dos veces –una costumbre de la que no me arrepiento– y la volvería a ver sin duda. No soy fanático, pero en cada ocasión uno descubre alguna cosa más que se pasa por alto, y eso me gusta.
La otra peli tenía como uno de sus atractivos el ser interpretada por Nicholas Cage, un actor que escoge bien sus películas por lo que casi se podría decir que con él no había pierde. Además, el director era Oliver Stone, el mismo de otra de mis favoritas: Pelotón; además de JFK, extraordinario CV para un director, sin duda. La peli prometía muchísimo entonces, más si se toma en cuenta que se basa en historias reales del acontecimientos más resaltante de 2001.
Pero no fue lo que esperaba. No es un relato –objetivo, como cabía confiar de Stone– de los acontecimientos de ese día sino más bien del sufrimiento por el que dos policías de la autoridad portuaria de la ciudad tuvieron que pasar al quedar enterrados vivos luego que las torres se desplomaron. Es una película sobre cómo sobrevivieron y cómo esperaron sus familias por su salvación; un relato sobre la supervivencia, la esperanza y los valores y pensamientos que surgen cuando uno cree que esta a punto de morir.
A Cage lo acompaña un actor latino cuyo nombre no recuerdo pero que cada vez lo veo en mejores papeles. Es el mismo que interpretó a uno de los pandilleros latinos que aparecieron unos minutos en pantalla para darle una paliza a Bruce Nolan (Jim Carrey) en “Bruce Todopoderoso” (Bruce Almighty), el que también hizo de uno de los tres asesinos encargados de matar el joven policía compañero de Denzel Washington en “Día de Entrenamiento”, y el que apareció como el cerrajero padre de la niña que todos pensábamos que iba a morir abaleada por un tendero turco en “Crash”, peli ganadora del Oscar a mejor película hace dos años –creo, si mal no recuerdo– y que es una de las mejores que he visto.
En lo personal la peli no logra mantener la atención del público. Incluso por ahí alguien lanzó un exagerado bostezo, algo que no creo que merecía. Quizás la falla se encuentre al inicio de la peli cuando las letritas que deberían servirnos sólo para situarnos en contexto –como si alguien no supiera el contexto del atentado– se uso también para decirnos que esos hombres que tanto van a sufrir en la siguiente hora se salvan. Claro, uno siempre espera que se salven todos los buenos, pero al decírnoslo por adelantado como que le quitó la gracia al suspenso que se pudo haber generado ante la pregunta “¿se salvarán todos los que estoy viendo?” Eso creo que mató algo del suspenso que se pudo haber logrado.
Por lo demás, es una película interesante, entretenida y cumplidora. Pero, para mí, nada más. Lástima, creo que el director y el contexto podían haber sido mejor explotados. Cage cumple, su rostro siempre llama a la piedad. Encasillado en el rostro del chico bueno sabemos que se salva. Ojala alguien algún día se anime a colocarlo como malo malo (a la mexicana) y él se anime a hacer ese papel. La tibia maldad de “Lord of War” y la pasajera maldad de “Contracara” no bastan. Cage es el bueno siempre y tenía que salvarse. No quedaba otra.
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